A medida que ha ido aumentando sus atribuciones a lo largo de los últimos años, se ha ido haciendo cada vez más patente la falta de personal que padece el Banco Central Europeo (BCE), lo que ya ha provocado las quejas de los trabajadores. La institución que preside Mario Draghi intenta ahora paliar esa situación con nuevas contrataciones teniendo en cuenta además que el Brexit amenaza con aumentar considerablemente su carga de trabajo.
En concreto, la institución estaría planeando sumar 170 trabajadores a su brazo de supervisión bancaria –Mecanismo Único de Supervisión (MUS)-para hacer frente al aumento de trabajo que espera con el Brexit, que conllevará que muchos bancos trasladen sus unidades desde la City londinense al bloque común, según publica la agencia Bloomberg.
El BCE asumió la tarea de supervisor único de la zona del euro en 2014, y tiene además sobre la mesa dos proyectos que requerirán mucho mimo: el examen en profundidad de los modelos de riesgo bancario y el controvertido plan para reducir los préstamos incobrables que lastran a la banca europea. De hecho, menos de un tercio de las nuevas contrataciones se traducirá en puestos de trabajo relacionados con el Brexit, según ha señalado un portavoz de la institución a la agencia estadounidense. El banco central no reveló la cantidad de personal que emplea a día de hoy el MUS.
“Nosotros, como supervisores, debemos asegurarnos de que el sistema bancario sea seguro y capaz de funcionar en caso de un resultado desfavorable de las negociaciones Brexit”, avisó Korbinian Ibel, director general del MUS, en una conferencia en Frankfurt el pasado miércoles.
El BCE tiene actualmente 3.600 empleados, divididos entre el departamento de banca central y el MUS, y cada vez son más las señales de que la cifra es insuficiente. El comité de personal del BCE realizó una encuesta al final de 2016 a la que respondió aproximadamente un tercio de los empleados y en la que quedó patente que existe un problema en la institución. Se utilizó el denominado ‘Inventario Oldenburg Burnout’, que utiliza una serie de cuestiones – ‘durante el trabajo, a menudo me siento emocionalmente agotado’, ‘siempre encuentro un aspecto nuevo e interesante de mi trabajo’ o ‘últimamente, tiendo a pensar menos en el trabajo y hacer mi trabajo automáticamente’- para medir el desgaste de los trabajadores.
Este documento, que no se hizo público, habría mostrado que un 29,7% de los encuestados estaba ‘quemado’, el 23,2% mostraba signos de agotamiento e incluso un 5,4% tenía pensamientos suicidas.
“El BCE definitivamente no tiene suficientes puestos fijos”, resumía hace poco Johannes Priesemann, presidente del sindicato IPSO, el único reconocido en el BCE, en declaraciones a EUobserver. “Hay zonas con exceso de trabajo y agotamiento”.
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