Aunque visto desde fuera pueda parecer extraño, el Banco Nacional de Suiza (SNB), el equivalente del país alpino al Banco Central Europeo (BCE) o la Reserva Federal, cotiza en Bolsa como una empresa más. De hecho, se ha convertido en una inversión muy rentable, duplicando du precio en el último año.
La acción del SNB ha llegado a superar en agosto los 3.000 francos suizos, unos 2.630 euros al cambio actual, más del doble que un año antes y una subida de nada menos que un 50% respecto a la cotización de julio. Los títulos marcaban ayer 2.961 francos suizos.
Pocos, sin embargo, pueden explicarse a qué se ha debido esta espectacular revalorización, teniendo en cuenta que los inversores institucionales no invierten en este tipo de títulos y tampoco ofrece una gran rentabilidad: desde 1921, los dividendos están fijados por ley a un máximo de 15 francos suizos por acción.
Según recoge el diario Financial Times, en el mercado corren varias teorías sobre esta revalorización. Una de ellas apunta al boletín de noticias para inversores alemanes Actien Börse, que animó a la compra de estas acciones tras compararlas con el exclusivo sello ‘Blue Mauritius’ del siglo XIX. La negociación de los 100.000 títulos del SNB es escasa, por lo que incluso pequeñas compras o ventas pueden llevar a cambios significativos en los precios.
Otra teoría es que los inversores estén especulando con la posibilidad de que el SNB recompre los títulos a los inversores privados. Esto ya ha ocurrido antes. En concreto, a comienzos de la década de los 2000 el Banco de Pagos Internacionales de Basilea (BIS) -que actúa como banco de los bancos centrales- compró todos sus títulos a los accionistas privados con el objetivo de centrarse en sus funciones de servicio público.
En aquel entonces, los accionistas recibieron 25.000 francos por acción, aproximadamente tres veces el precio al que negociaban los títulos antes de la oferta.
La explicación más sencilla es que las acciones del banco central suizo se hayan hecho más atractivas para los inversores en el actual entorno del mercado. Las acciones del SNB deben considerarse no como participaciones en el capital sino como una alternativa a los bonos del Estado ultra seguros, señala Alexander Koch, economista de Raiffeisen, a Financial Times. Dado que controla la creación de dinero, el SNB no puede quebrar por lo que invertir en él puede considerarse como un bono perpetuo con un cupón fijo.
El SNB fue fundado como una sociedad anónima en 1907 y sus acciones cotizan en la Bolsa suiza en Zurich. Aproximadamente el 48% de los accionistas, con el 25% de los derechos de voto, son privados. El resto de los títulos son propiedad de cantones suizos, bancos cantonales y otras organizaciones del sector público.
El mayor accionista es Theo Siegert, un empresario alemán con presencia significativa también en empresas como Merck o Henkel, con una participación del 6,7%, de acuerdo con el último informe anual del SNB.
El banco central suizo no es el único en cotizar: otros países en los que los bancos centrales tienen accionistas privados son Japón, Grecia o Bélgica, por ejemplo.
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