¿Están a punto los gestores de Enel de poner en marcha un plan para salir del capital de Endesa, conservando el control de los activos de la compañía española en Latinoamérica? ¿Podría finalmente la alemana E.On 'hacerse' con la eléctrica hispana que se le escapó hace cuatro años? Si fueran ciertos los rumores que corren insistentemente por los ambientes financieros madrileños en los últimos tiempos, la respuesta a estas preguntas sería afirmativa.
Aunque antes, lo primero que tendría que pasar para que estos 'cuentos que cuentan' adquirieran una mayor credibilidad de la que tienen ahora sería que Enel presentará una OPA de exclusión sobre Endesa. Entonces sí que adquiriría verosimilitud ese supuesto plan de la dirección de la eléctrica italiana para abandonar su filial española tras cerrar una operación de venta. Mientras tanto, todo son especulaciones. Pero el ruido, que empezó a escucharse poco después del verano, no cesa, por ahora. Más bien al contrario. Aumenta, por momentos.
Una operación que, además, no resultaría muy costosa para la compañía italiana que posee el 92% del capital de su 'filial española', porque desde que Enel tomó el control de la antigua eléctrica pública hasta ahora, el precio de la acción ha perdido más del 50% de su valor, al pasar del entorno de los 38,7 euros en los que cotizaba entonces a los 17,625 de su último cierre.
Con esta acción, la eléctrica española quedaría convertida a todos los efectos en una verdadera filial de la italiana, algo que ya ocurre en la práctica, en realidad y perdería definitivamente el escaso márgen de maniobra que ahora tiene. Pero, según estas versiones de las que hablábamos al principio, sólo se trataría del primer paso en una estrategia que, en realidad, buscaría la salida de Enel del capital de la eléctrica, reteniendo para sí, las partes de la empresa que todavía pueden ser rentables.
Por ejemplo, la nueva Enersis, esa compañía chilena que se ha convertido en una verdadera 'multilatina' tras la última operación realizada por los italianos en esta empresa, en la que han impulsado una ampliación de capital, para reagrupar bajo su paraguas todos los activos latinomericanos que, de momento, aún cuelgan formalmente de Endesa.
Pero puede dejar de hacerlo, tras la OPA de exclusión, con una simple decisión estratégica que no necesitaría contar con la aprobación de ningún accionista minoritario, ni podría acarrear riesgos de posibles reclamaciones legales posteriores.
Una vez realizada esta segregación podría ser el momento de buscar un comprador. Quizá su antigua enemiga, la eléctrica alemana E.On, presente en España, a través de la antigua Hidrocántabrico, con la que se quedó tras perder la batalla contra Enel, precisamente por el control de Endesa.
¿Iban los italianos a vender con unas pérdidas que podrían rondar casi el 70% sobre los casi 30.000 millones que pagaron? Tal vez sí. Al menos, eso creen quienes difunden estos rumores que basan su apreciación en dos circunstancias. Primero, el hecho de que, probablemente, Enel haya cumplido los objetivos, de vaciado y aprovechamiento de la 'caja' que se planteó cuando desembarcó en Endesa, más aún si logra quedarse con los activos latinoamericanos.
Además, el mercado eléctrico español se complica, con el peso de las nuevas regulaciones, los eternos conflictos que se desarrollan alrededor del déficit de tarifa y la necesidad de realizar algunas inversiones, que los italianos ya habrían diferido demasiado, para evitar que continúe el deterioro de determinadas infraestructuras que puede terminar ocasionando problemas en el suministro.
Y luego también está el hecho de que sus dos ámbitos de negocio naturales de ahora mismo, España e Italia estén pasando una etapa de ralentización económica severa, sin demasiados atisbos de un regreso al crecimiento a medio plazo, podría convertir en aconsejable reducir los riesgos. Más aún si se hace algo de caja en la operación salida.
Está venta, en caso de producirse podría ser la primera de muchas otras, porque en la actual situación de la economía española, algunas empresas que entraron en el país en los momentos de bonanzas empiezan a sopesar la fuga. Aquellas inversiones rentables de antaño, aseguran quienes defienden esta opinión, se han convertido ahora en un peso muerto que lastra la cuenta de resultados. Y puede haber llegado la hora de soltar lastre.