Cuando se cumple la primera semana de comparecencias ante el juez Fernando Andreu en la investigación de la Audiencia nacional sobre la salida a Bolsa de Bankia, una de las cosas que más han llamado la atención a algunos observadores es la ausencia en boca de los imputados de un nombre, el de Miguel Blesa, ex presidente de Caja Madrid que cedió su cetro a Rodrigo Rato en 2010.
La principal razón es que el foco de atención se ha centrado en los cambios de contabilidad en las cuentas de 2011: el equipo de Rato presentó unos beneficios de 300 millones de euros, y tras negarse la auditora Deloitte a firmar las cuentas, se produjo la dimisión de Rodrigo Rato y la llegada de Goirigolzarri al banco; al momento, los beneficios se convirtieron en unas pérdidas de casi 3.000 millones de euros. En esa línea, los imputados han repartido culpas entre Rato, Deloitte, el Banco de España e incluso el Ministro de Economía, Luis De Guindos.
Sin embargo, poco se ha mencionado de la herencia que había recibido Bankia por parte de las dos principales cajas que la conformaron, Bancaja y Caja Madrid. En ese sentido, algunos recuerdan la carta que, tal y como publicó El País, envió el Banco de España a Blesa en 2006, en la que el supervisor le alertaba de los crecientes riesgos inmobiliarios asumidos por Caja Madrid. Recuerdan además que fue en la etapa de Blesa cuando se emitieron el grueso de las preferentes que hoy en día tiene en circulación Bankia, en las que están atrapados miles de ahorradores.
Bankia tiene unos 3.200 millones de euros en preferentes. El grueso de las preferentes en circulación corresponde a la emisión que en mayo de 2009 realizó Caja Madrid. La entidad, entonces presidida por Miguel Blesa, lanzó una emisión de 1.500 millones de euros en preferentes, pero decidió ampliarla hasta 3.000 millones dada la alta demanda recibida. Estos títulos debían pagar un cupón del 7% durante los primeros cinco años, plazo a partir del cual la remuneración pasaría a ser de Euríbor más el 4,75%.
Por el lado del riesgo inmobiliario, El País publicó que el 29 de diciembre de 2006 el director general de Supervisión del Banco de España envió una carta, previamente aprobada por la comisión ejecutiva del organismo supervisor, al presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa.
En la misiva, cuya entrada en Caja Madrid fue registrada el 3 de enero de 2007, se alerta de los crecientes riesgos observados con los créditos de la entidad vinculados al sector inmobiliario, y ordena que se dé “cuenta íntegra” de las advertencias y recomendaciones a todos los miembros del Consejo de Administración y de la comisión de control de Caja Madrid.
Sin embargo, media docena de ex consejeros de la caja aseguran que nunca les llegó ese escrito de alarma ni tampoco nadie se lo leyó en un consejo de administración, aunque esto último lo ha desmentido el propio Blesa a El País.