Banco de Valencia, controlado en un 39% por Bankia, se ha convertido en el principal lunar del nuevo banco de Rodrigo Rato y José Luis Olivas. La entidad valenciana, que no alcanza el mínimo de solvencia requerido, ha recibido un nuevo golpe después de que la agencia de calificación Fitch haya decidido rebajar el rating de la entidad valenciana en dos escalones, desde ‘BBB-‘ hasta ‘BB-‘, dentro de la categoría de bono basura.
Fitch explica esta rebaja por la alta exposición al sector inmobiliario, la escasez de liquidez y sus bajos ratios de solvencia. Banco de Valencia cerró el primer semestre con un core capital del 7,36%, por debajo del 8% mínimo que exige el Banco de España, por lo que requiere una inyección de unos 100 millones de euros.
El presidente del Banco de Valencia y vicepresidente de Bankia, José Luis Olivas, anunció el año pasado que el capital necesario se alcanzaría o bien por “beneficios recurrentes” o por “una eventual ampliación de capital”. Teniendo en cuenta que la entidad ganó hasta junio apenas 16,7 millones de euros, la ampliación de capital parece ahora la opción más plausible, lo que obligaría a Bankia a un desembolso de 40 millones de euros para mantener su participación.
Bankia, que maneja activos por valor de 275.000 millones de euros, ganó en los primeros seis meses del año 205 millones de euros, y para el conjunto del año tiene un objetivo de alcanzar los 410 millones.
La calidad de los activos de Banco de Valencia se ha deteriorado significativamente desde 2009 debido a la exposición al sector de la construcción y la promoción inmobiliaria, que acaparan un 34% de los créditos concedidos por el Banco de Valencia.
La tasa de morosidad se situó ya al cierre del segundo trimestre del 6,99%, según destaca Fitch, por encima de la media del sector. Además, si se suman los préstamos deteriorados y las ejecuciones hipotecarias de activos, el ratio de créditos impagados asciende al 13%. Los préstamos dudosos están cubiertos en un 42% por las reservas y los activos adjudicados en un 26%.
La entidad se encuentra además en una posición delicada de liquidez, con vencimientos en lo que queda de año de 500 millones de euros, y de 1.900 millones en 2012, con los mercados prácticamente cerrados para las entidades de menor tamaño debido a la crisis de la deuda soberana.