El presupuesto pasó de los 1.650 millones en 2017 a los 1.150 en 2013, según un informe publicado por la Fundación BBVA. En 2007, el último año de crecimiento económico intenso en España, el gasto de las administraciones públicas en formación para desempleados alcanzó los 1.651 millones de euros. Seis años más tarde, en 2016, con cuatro millones de parados más (hasta un total de 5,89 millones), el presupuesto fue de 1.153 millones. Es decir, la inversión pública se redujo en un 30,2%, mientras el número de desempleados se triplicó.
“De invertir 895 euros en formación por desempleado, se pasó a menos de la cuarta parte (190 euros por parado)”, explica el último informe ‘Esenciales’, correspondiente al mes de octubre, elaborado por la Fundación BBVA y el IVIE, que subraya que “la crisis económica ha incidido directamente en el gasto público en formación ocupacional, la destinada a favorecer la inserción laboral de los desempleados”.
Según el documento, “la formación otorga una ventaja competitiva que aumenta las posibilidades de encontrar un puesto de trabajo, siendo especialmente importante en un entorno de crisis económica y altos niveles de desempleo”, por eso destaca el hecho de que durante estos años el gesto público de esta partida haya seguido una tendencia decreciente.
El informe contrasta este dato con el aumento de la inversión de las empresas privadas en la formación de sus trabajadores para mejorar la competitividad de su compañía. En el mismo período, “el sector privado duplicó la inversión destinada a mejorar los conocimientos y destrezas de sus empleados, hasta alcanzar un valor máximo de 7.320 millones”.
La formación y el nivel educativo
La Fundación BBVA resalta la importancia de la formación continua tanto se busca un empleo como si ya se tiene uno, aunque en España el interés en seguir formándose es mayor entre los parados que entre los ocupados. “Parte de los desempleados perciben la rivalidad existente para acceder a un puesto de trabajo, y por ello intentan adquirir mayores competencias durante el periodo de desempleo”. En 2015, el 15% de los parados realizó actividades de formación continua, mientras que entre las personas con empleo este porcentaje alcanzó el 10,8%.
Además, existe una “estrecha relación” entre el nivel educativo que acumula una persona y el grado de participación en cursos de formación continua, ya que “cuanto mayor es el nivel de estudios terminados, mayor es su participación y su interés por seguir formándose”.
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