El crecimiento de la clase media por todo el continente, concretamente en México y Brasil, es el bote salvavidas para relanzar la economía y pensar así en el futuro. “Los que se queden fuera de esta innovación, desaparecerán”. Así de contundente se ha mostrado Fabiana D’Atri, economista sénior del brasileño Banco Bradesco al analizar el futuro de banca latinoamericana. El renovarse o morir pasa por abrazar la tecnología. Esa ha sido la conclusión que han alcanzado representantes de grandes entidades en Latinoamérica. La medicina, en parte, es bancarizar a través de las nuevas tecnologías, llegar a las nuevas clases sociales que se forman: la clase media y los jóvenes posuniversitarios.
El optimismo en el futuro del continente ha reinado en el 17º Foro Latibex celebrado este jueves en el Palacio de la Bolsa de Madrid. La confianza, por parte de los bancos, en la clase media es el motor de ese futuro. A pesar de ello, como ha afirmado Héctor García, director de estrategia de Punto Casa de Bolsa, Latinoamérica y México “son bichos que hay que tender bien” y por ello hay que andar con pies de plomo. Y ese control pasa por la tecnología ya que, según Miguel Ángel Laurencio, director de inteligencia financiera de Banorte, en México se han encontrado a unos usuarios que demandan tecnologías. La revolución tecnológica avanza a pasos agigantados.
A pesar de que Brasil y México coinciden en que virar a una digitalización es el santo grial del futuro, ambos países viven un presente distinto. Porque como ha confesado la propia Fabiana D’Atri, “Brasil pasa por una época difícil” donde la morosidad ha aumentado a niveles más altos y el pinchazo de la burbuja asoma en la economía. Y ahí encuentran en la clase media el bote salvavidas para crecer, según la economista: “La clase media ha aumentado. En Brasil hay más gente sin cuenta bancaria y tenemos que llegar a esa gente o apoyar a las pymes con microcréditos”. Y para muestra de esa necesaria digitalización, un botón: el 92% de las transacciones se realizan a través de Internet en el país brasileño. Por eso los conferenciantes entienden que la tecnología es el tren que deben coger para relanzar la economía latinoamericana. D’Atri encuentra que quizás el futuro de los bancos pase por no dar dinero si no “servicios” y para ello Bradesco ya se está preparando como es en el caso de unir fuerzas con una marca para crear una red de clientes para que el negocio fluya.
El revés que está sufriendo Brasil, José Luis Mora, director general de planificación financiera del Banco Santander, no lo ve como una crisis estructural sino como una crisis cíclica, como ha demostrado la historia reciente de estos países. “Soy optimista. Brasil tiene potencial a largo plazo”, ha apostado el directivo español. Y para ello se ha apoyado en las altas curvas de los tipos de interés que tiene el país, en la mencionada clase media y en la baja relación entre préstamos y depósitos. El poder emitir deuda pública con la moneda local es otro aspecto que invita al optimismo, según Mora.
La antítesis de Brasil está en México donde el acercarse en el pasado a EEUU (a pesar de sus inconvenientes hace apenas unos años) les ha servido, según Laurencio, para beneficiarse en la actualidad y estar “bien posicionados y capitalizados”. El futuro es una incógnita para el país azteca, pero la banca se prepara a un medio plazo (6-15 años) para ofrecer garantías tecnológicas a los mexicanos. Aplicar una cultura de innovación como prerequisito es crucial para el nuevo crecimiento, como ha aseverado el directivo de Banorte, “sin eso no sobrevivirá ningún banco”. Apoyar las nuevas tecnologías para ampliar las relaciones con el uso de los bigdata, es otra buena receta para el futuro cercano de México, según el panelista.
Algo más precavido se ha mostrado Frank Aguado, director de crédito de Inbursa, que ha apostado por “cuidar los gastos” y por dar forma a los productos que se les ofrece a los clientes: que el producto llegue a unos usuarios cada vez más desapegados a un contacto físico con su banquero. En cuanto a la economía mexicana, uno de los principales problemas que se encuentra en el país es que “no crece la penetración porque tenemos una acumulación de riqueza brutal”, ha explicado Aguado. Por no hablar de la falta de unas infraestructuras potentes y de una limpieza del sistema, según el propio directivo de Inbursa. El problema de los depósitos y su poco movimiento es otro tema a tratar para el ejecutivo: “Lo difícil es quitarles los depósitos; el ahorro lo tienen los ‘viejitos’. Y por eso hay que estar preparados para el bono demográfico”, en referencia a los jóvenes posuniversitarios que su vida activa estará ligada a los bancos y ahí, entienden los panelistas, que debe estar a la altura la banca mexicana.