El consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) afronta hoy la reunión más importante del año, en la que el mercado espera que Mario Draghi anuncie las primeras medidas de retirada de los estímulos. Sin embargo, el alcance del esperado ‘tapering’ dependerá mucho de cómo se resuelvan los debates internos en el seno de la propia institución.
En su reunión de septiembre, Draghi anticipó que en octubre se conocerían la mayor parte de las medidas puestas en marcha, y desde entonces el mercado ha sido un hervidero de rumores. No obstante, a día de hoy existe algo cercano a un consenso en torno a que las compras de bonos se reducirán a la mitad –de los 60.000 millones anuales actuales a 30.000 millones- pero se extenderán durante un período de nueve meses.
Es bien sabido sin embargo que el demonio está en los detalles, por lo que más allá del ritmo en la compra de bonos, gran parte del debate se centra en si el BCE anunciará que la economía europea se recuperó lo suficiente como para que la flexibilización cuantitativa (QE por sus siglas en inglés) finalice ya el próximo año. Un pronunciamiento de ese tipo tendría una repercusión inmediata en los mercados y afectaría también a las expectativas de tipos de interés.
A un lado del tablero está el propio Mario Draghi, que aboga por mantener todavía un mayor margen de maniobra, según publica Financial Times. En el otro, los consejeros más ‘hawkish’ –bando en el que se encuentra Alemania- que desde hace tiempo están incómodos con la política monetaria ultralaxa del BCE y están ansiosos por que se envíe un mensaje de normalización.
Los ‘hawkish’ aceptan que el Consejo de Gobierno del BCE no puede descartar por completo que haya más compras de bonos. “Sabemos que no se puede cerrar la puerta”, señala una fuente conocedora del asunto al diario británico, “pero hay muchos en el Consejo que quieren que se comunique el mensaje de que la puerta no está tan abierta como antes”.
El argumento fundamental de este banco –en el que estarían el poderoso presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, y el gobernador del banco central holandés, Klaas Knot -, es que la recuperación de la eurozona está tan bien establecida que QE no solo ha demostrado ser un claro éxito sino que ha perdido su principal razón de ser: apuntalar una economía muy débil.
La economía de la eurozona creció un 0,7% en el segundo trimestre tras haber crecido un 0,6% en el primer parcial del año, aunque en su tasa interanual el crecimiento se desaceleró desde el 2,6% al 2,0%.
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