¿Recuerdan a Huntington y sus “olas de democracia” y lo que llamo “el culazo de Fukuyama” (¡disculpen la “metáfora”!) con su presunto e infeliz “fin de la historia”? Pues, hoy, eso sí es historia, como dicen los chamos venezolanos para referirse a lo que ya no es.
Hoy impera y prospera el mal e –insisto- es imperativa la pregunta leniniana.
El entorno presente es complejo –dije complejo; no, difícil- y compleja debe ser la respuesta. Los modelos unidimensionales –solo políticos o económicos- no bastan. La Transitología conocida no resulta suficiente.
La disciplina podría ser –puesta al día mediante- la metáfora para la respuesta. Es una buena aproximación a una teoría del cambio de estadios. No es ir de la nada al éxito: es reconocer la forzosa transformación del modelo. Y hoy un cambio de modelo es forzoso.
Es claro que hace falta una “Teoría del Cambio” efectiva. Para ello, asumir la complejidad. Dije complejidad; no, dificultad.
La línea de trabajo que asumimos desde hace unos años se apoya firmemente en la “Ley de Ashby” para sistemas complejos: “solo la complejidad controla la complejidad”.
Una Transitología explícitamente multivariables es necesaria. Pues, el problema no es solo político. Ni solo económico. La aproximación al asunto importa. Y una aproximación que reconozca la complejidad es absolutamente necesaria.
Lo que vamos a tratar hoy refiere lo que llamamos una “Nueva Transitología”: al menos ocho esferas de variables –mucho más allá de lo político y lo económico- para asumir el reto.
Lo que trataremos será solo el inicio de un programa de investigación y acción.