Si bien es cierto que hay países en mejor o peor estado que Cuba, el esfuerzo sanitario es sobresaliente. Basta revisar el mínimo por ciento de fallecidos de los hospitalizados bajo el régimen de terapia intensiva.
Sin embargo, a la mayor de las Antillas hay que cargarle otras muy serias dificultades ya presentes antes de la llegada del virus: la escasez alimentaria y la falta de medicamentos heredados de una profunda crisis económica de la que no puede obviarse el bloqueo o embargo gringo en plan del perro del hortelano.
Tiempos estos no solo en Cuba, sino en cualquier lugar de este mundo donde suben a escena en actuaciones protagónicas las mezquindades y las bondades humanas. Los que lucran con medicinas; los que encuentran placer regalándolas.
Y porque no necesita ni desea publicidad alguna, desde Valencia este joven cubano al que llamaremos simplemente Raúl Manuel, no cesa de enviar medicamentos a Cuba que luego su madre se encargará de repartir a los necesitados. Un tercer envío facturado en diciembre, acaba de llegar a su destinatario.
Así, no pocos, en las redes sociales se han visto beneficiados con tratamientos que han debido suspender por falta de ellos.
Basta verle la cara a un anciano que ha reclamado con urgencia la Levodopa+carbiodopa, tocarle a la puerta de su casa, entregársela y compartir con él, ese agradecimiento casi celestial de escucharle decir admirado:
-¿Pero de qué parte del cielo ha venido esto? ¿Qué ángel me lo ha enviado?