Y si tal proeza fuera en estos días pandémicos, por seguro el astronauta le agregaría que a la par de la nave Vostok estaban los precios cubanos.
A modo de mala anestesia, con ínfima capacidad de calmar dolores, se nos dijo, como para confirmar la seriedad del estudio, que se había consultado hasta con la Academia. La vida demostró que las cosas fueron y son de otro modo, que la primera en ir a examen será ella. Algunos disparates lograron ser corregidos por el reclamo y repulsa populares. Otros, tendrán que venir en camino que, para colmos, no es el mejor si de economía versus crisis estamos tratando.
Por seguro el propósito estaba cargado de buenas intenciones como ese sendero al infierno, pero el bumerán ha sido imposible de esquivar y eso tiene preocupada y molesta a media isla.
Ni hablar del ron, nuestra bebida nacional, adaptable y por demás sugerente para beberla lo mismo en un momento de extrema alegría que de profundo pesar.
Para tener una idea del desastre suscribamos que la mínima pensión es de 1,528 pesos cubanos y un ron Santiago de Cuba, con 15 años de añejamiento factura 1, 500.
Vamos, que alegres por la vacunación o consternados por otros avatares, habrá que buscar o descubrir el plan B a menos calidad y bajo coste, siempre recordando la advertencia de que “beber en exceso daña la salud”.