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‘It´s Album Time’, un disco de Todd Terje

¿Música dance con sentido del humor? El primer álbum del disc-jockey noruego es un burbujeante chispazo de ironía para las pistas de baile modernas.

La anécdota ya es bastante conocida por los lectores de la prensa musical especializada. Los programadores de una radio noruega descartaron los primeros trabajos de Todd Terje porque consideraban que la música de este artista sólo servía como banda sonora para un bar playero. Español, probablemente y de la Costa del Sol. No de la mítica Ibiza.

El artista rápidamente hizo suya esta definición que considera perfecta para dar idea del universo sonoro que pretende construir y añadió algo más. Explicó que lo que el pretendía componer eran ‘temas que pudiesen bailarse en un ascensor’. Un propósito que acaba de concretarse por primera vez en un disco de larga duración, en este celebrado ‘It´s Album Time’.

Se trata de un disco mayoritariamente instrumental, sereno y elegante que nos introduce en un mundo futurista, ‘vintage’ y con precisos aromas de un pasado en el que las pistas de baile eran casi un coto reservado a los ritmos calientes y las grandes orquestas y el sueño de todo ciudadano de aquella clase media que una vez existió era pagarse a plazos unas vacaciones en un crucero.

Y sí. Los ruidos que Terje perpetra son muy, muy ‘cinematográficos’, y muy capaces de evocar imágenes sofisticadas. Como las de esas escenas plagadas de tipos duros y elegantes; y mujeres misteriosas y fascinadoras que plagaban las viejas películas de espías. Todo ello servido bien frío gracias al tratamiento electrónico adecuado y acompañado de una rítmica precisa e intensa que incita al movimiento sin amenazas de jaqueca crónica de por medio.

El cocktail es sabroso y está bien trabado, a pesar de la evidencia de que está compuesto por ingredientes sobradamente conocidos. Casi como si estuviéramos ante una parodia de aquellos discos de ‘ambient’ que fabricó Brian Eno en los setenta tras haber abandonado Roxy Music y que tuvieron su verdadera dimensión como fenómenos ‘pop’ en su colaboración con Robert Fripp y David Bowie, especialmente en el celebrado ‘Heroes’.

Pero lo que allí era épica y tragedia, aquí se transmuta en un posible acompañamiento sonoro ideal para un largometraje de dibujos animados gracias a algunas materias primas inesperadas que nos hacen recordar a Henry Manciny, a Burt Bacarach y a la Orquesta de Xavier Cugat y suspirar por un martini servido al borde de cualquier piscina en una noche de verano.

Los guiños a la estética Lounge de los setenta, que empiezan en la portada y se extienden a lo largo y ancho de todo este trabajo son también una evidente declaración de intenciones. ¿Distancia? ¿Ironía? ¿Un tierno homenaje a un pasado que se fue? Los arquetipos están aquí tan a la vista que nadie podrá llamarse a engaño. ¿Acaso es esto una broma monumental?

Podría parecerlo si no fuera por otros momentos, en los que la melancolía se apodera de los bafles y el largo verano se ve completamente sepultado por una oleada de devastadora melancolía. Quizá porque en estos tiempos difíciles hasta hemos visto llorar en la pantalla a James Bond.

Aunque, al menos para quien esto escribe, resulta más relevante a la hora de situar este trabajo de Todd Terje en su contexto, la decisión de recuperar aqui a dos mitos de la música de baile ‘elegante’ del final del siglo XX: Robert Palmer y Bryan Ferry, unidos en la versión de ‘Johnny and Mary’ que Terje ha incluido en su disco. La canción, compuesta por el primero, tuvo mucho éxito en los ochenta y formaba parte de ‘Clues’, un disco en el que Palmer, con la ayuda de Gary Numan, introdujo con éxito, los primeros sintetizadores y las bases electrónicos en su ‘carnosa’ estilo ‘funky’.

Al bueno de Robert le hubiera gustado esta versión. Los arreglos resaltan las bondades de una melodía memorable, compuesta con un ‘casiotone’, según cuentan las crónicas, y la voz arrastrada de Ferry completa el milagro. Esto era un ‘baladón’ y lo sigue siendo. Sin concesiones. Una especie de explosión de tristeza controlada y limitada en el tiempo en un disco pensado para que se te muevan los pies, sí. Pero que también busca cierta trascendencia y aspira a no desaparecer de tu cerebro en cuánto la música deja de sonar.

Lo cierto es que lo consigue. Al menos en mi caso. Y quizá se deba en parte a una instrumentación muy medida en la que se mezcla lo digital, con lo analógico. Un equilibrio no siempre fácil de lograr que Terje logra con una naturalidad derivada probablemente de sus muchas horas de vuelo como disc-jockey, profesión a la que se ha dedicado con éxito durante catorce años y en la que aún ocupa gran parte de su tiempo.

Es obvio, que ‘Johnny and Mary’ es, de momento, mi canción favorita. Pero no es la única que se me ha quedado adherida al silbido en los últimos días. También considero recomendable ‘Sven Saks’, muy tropical y juguetona, o ‘Delorean Dynamite’, quizá la mejor de las composiciones de cosecha propia que podemos encontrar aquí. Sin olvidarnos de ‘Inspector Norse’, el pelotazo que le dio a conocer en medio mundo y que también ha sido incluido en este primer disco de larga duración que Terje lanza al mercado.

Al final quizá nos encontremos con una poderosa alternativa a los siempre presentes Daft Punk y con otra confirmación de que la música electrónica empieza a ‘envejecer’ y a madurar hasta el punto de que ha dejado de ser un ruido insoportable, por machacón y repetitivo, sólo apto para la juventud más entusiasta y ‘extasiada’.

Y, aunque no sé si eso es bueno o malo, con este disco hasta pueden insinuar unos pasitos de baile esos intelectuales despistados que no osarían jamás poner los pies en una discoteca. En fin, que si echan en falta esos ambientes sinuosos y en penumbra donde la seducción viene acompañada de combinados alcohólicos podrían probar aceptar la invitación de Todd Terje. A lo mejor, hasta repiten.

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‘It´s Album Time’, un disco de Todd Terje

Rafael Alba

No fui fotógrafo de "Playboy", pero sí hice allí entrevistas y artículos. Escribí sobre música en "Diario 16", "Geo", "El Gran Musical", "ZZPOP", "Audioprofesional", "Sterofonía" y "Backstage". En "El Economista", "America Económica", "Cuba Económica" y "La Revista de la Bolsa" intenté aprender economía. En "El Boletín" me metí en política. Y ahora he vuelto a lo mío. Pero lo que más me gusta es tocar la guitarra, así que no es raro verme subido al escenario de algún club…con Las Dos en Punto, por ejemplo.

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