Sky Ferreira

Mientras artistas como Milley Cirus o, últimamente Justin Bieber, se empeñan en buscar un perfil adulto para sus carreras con la exhibición de conductas inapropiadas y la provocación como recurso, otros como Sky Ferreira, lamentablemente, parecen haber pasado por un verdadero infierno personal desde su aparición pública como candidata al reinado en las listas de la música adolescente hasta la grabación de este primer álbum ‘Night Time, My Time, del que vamos a ocuparnos hoy. Ferreira llegó al centro del escenario con sólo quince años y una desmedida admiración por Britney Spears que no le granjeó demasiadas simpatías entre el público más exquisito. El mismo que ahora parece dispuesto a reivindicarla.

La chica ha jugado fuerte y, puesto que las noticias de su adicción a las drogas y sus problemas con la policía han dado la vuelta al mundo, ha optado por ofrecernos de entrada una imagen de si misma muy poco favorecedora en la portada de su disco, donde posa desnuda y con bastante mala cara. Mucho peor de la que suele exhibir, por ejemplo, en sus escarceos con el mundo de la moda que la constituyeron en una ‘it-Girl’ de renombre, con miles y miles de seguidores en sus perfiles en las redes sociales, mucho antes de que hubiera demostrado su capacidad y su valía para ser alguien en el negocio de la música.

Como se ve, unos antecedentes bastante poco recomendables para quienes están más por el sonido y las canciones, que para los lujosos envoltorios con que el marketing es capaz de convertir en multivendedores, productos completamente desaconsejables para la salud del sistema auditivo. Y que ni siquiera la presentan como una mártir exclusiva. En su categoría también se incluyen otras artistas como Kesha que se dieron a la mala vida y no cumplieron con los pronósticos favorables que algunos osados analistas contracorriente fueron capaces de publicar hace ya mucho tiempo.

Suficiente para temerse lo peor, desde luego. Y si no fuera por aquel sabio consejo que nos dio en su día Bo Didley, al decirnos que no se puede juzgar un libro sólo por la cubierta, más de uno, yo mismo quizá, hubiera optado directamente por negar cualquier oportunidad a esta colección de canciones y pasar a otros asuntos más estimulantes. Y, desde luego, hubiera sido un error. Porque Sky Ferreira ha completado un trabajo digno, comercial, bailable, que agrada escuchar y que, puede salvar cualquier fiesta aburrida por su ímpetu bailable, sus melodías pegadizas y sus devastadores estribillos.

En este ‘Night Time, My Time’, Ferreira mantiene su voz sugerente, sus querencias hacia lo ‘indie’ y lo alternativo y quizá también sus lecturas recurrentes de los manuales escritos por Courtney Love y otras chicas malas de los noventa, pero es capaz de inyectarle a todo eso, una pulsión recurrente y vitalista extraída del mejor pop hecho con sintetizadores que, por ejemplo, ofrecen desde hace más de treinta años, los alegres Pet Shop Boys. Y, lo cierto es, que otra vez, casi contra todo pronóstico, la mezcla funciona muy bien. Tanto que hasta podría considerarse que se trata de una apuesta personal y que abre un camino muy interesante que, tal vez, alcance su máxima expresión en las próximas entregas.

Sky no ha hecho un disco diez. Sobran algunos manierismos, sobre todo vocales, y se hecha en falta un poco más de autenticidad en ciertos aullidos de loba herida aquejados, en mi opinión, de exceso de manierismo. Pero son faltas menores que no empañan el conjunto. Además, cuenta a su favor con un curioso sentido del humor que se deja sentir, por ejemplo en ‘I Blame Myself’, una de las mejores canciones del disco, cuando confiesa en el texto que ‘se culpa a si misma’ de su mala reputación. Toda una declaración de intenciones.

Aunque la inteligencia de Ferreira, que sólo tiene 21 años todavía, se demostró antes incluso de empezar a grabar este disco al elegir, al parecer en contra de la opinión de su discográfica, con la que ya ha mantenido muchas, y muy publicitadas, diferencias, a dos excelentes productores, Ariel Rechtshaid y Justin Raisen, para que le ayudaran a encontrar el sonido que estaba buscando y que, algunas notables publicaciones especializadas describen como una mezcla de Garbage y The Jesus and Mary Chain que sumerge las guitarras distorsionadas en un cocktail explosivo de sintetizadores trasnochados y decadentes. Y algo hay de eso. Y como no también del omnipresente Prince a quien hay que concederle todo el crédito cuando se trata de presentar un sonido bailable empañado con las gotas justas de suciedad roquera. O a productos más contemporáneos como Blood Orange.

Hay muchas canciones estimulantes aquí, empezando por esa ‘I blame myself’ de la que hablamos antes. También está ‘Kristine’ que se beneficia de un ‘crescendo’ repetitivo e insistente de esos que hacen al público levantar los brazos compulsivamente en los conciertos en directo. O a ‘I Will’ que contiene las mejores guitarras eléctricas de un disco que contiene otras joyas como ‘Nobody Asked Me (If I Was Okay), ‘Boys’, ‘Love in Sterero’ o ‘Ain´t you right’ y, en general, ofrece melodías acertadas y orquestaciones con pegada suficiente para aspirar a hacerse un hueco en las pistas de baile sin provocar la ira de los más melómanos.

Convendrá estar atento a los próximos pasos de Sky que se antojan decisivos para saber si confirma lo que se apunta aquí o se pierde por las trilladas autopistas de la música para radiofórmulas. Sea como sea si deciden darle una oportunidad a este ‘Night Time, My Time’, no habrán perdido su tiempo. Créanme, hay muchos discos peores que este que, sin embargo, cuentan el beneplácito de cierta crítica y la aceptación de un público que pretende ser ‘snob’ y acaba consumiendo bodrios infumables que, eso sí, son supuestamente muy intelectuales y elevados. Este no es el caso, pierdan el miedo y disfruten con el pop ‘perversillo’ y calenturiento que ha preparado para ustedes está joven aspirante a estrella alternativa. Vale la pena.

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Night Time, My Time

Rafael Alba

No fui fotógrafo de "Playboy", pero sí hice allí entrevistas y artículos. Escribí sobre música en "Diario 16", "Geo", "El Gran Musical", "ZZPOP", "Audioprofesional", "Sterofonía" y "Backstage". En "El Economista", "America Económica", "Cuba Económica" y "La Revista de la Bolsa" intenté aprender economía. En "El Boletín" me metí en política. Y ahora he vuelto a lo mío. Pero lo que más me gusta es tocar la guitarra, así que no es raro verme subido al escenario de algún club…con Las Dos en Punto, por ejemplo.

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