“Les puedo hacer mucho daño y de momento estoy callado. Se están cargando La Finca. Sólo es cuestión de tiempo y de que salgan a la luz todas las irregularidades que se han cometido, por eso no quieren que hable. Si quieren guerra la van a tener”. Así de contundente se pronuncia el arquitecto Joaquín Torres al portal Vanitatis cuando se le pregunta sobre la intención de la familia Cereceda de desahuciarle de la exclusiva urbanización.
La batalla judicial del conocido como arquitecto de los famosos con las herederas de Luis García Cereceda, promotor de La Finca, se recrudece cada día. Según Vanitatis, el pasado lunes quedó visto para sentencia el juicio contra Torres por no hacer frente desde enero a los pagos del alquiler del chalet donde reside en la lujosa urbanización.
Una fuente cercana a la familia Cereceda confirmó a Vanitatis que Torres tenía alquilado el chalet desde hace varios años y que el contrato no se le había renovado. El arquitecto pagó 12.000 euros al mes durante algún tiempo, pero después solicitó una rebaja de la cuota, que según ha podido saber este portal ascendía a unos 9.000 euros mensuales. Una cifra que dejó de pagar a principios de este año.
Sin embargo, la versión que ofrece el arquitecto es distinta: “Cuando comencé a trabajar con Luis García Cereceda, él me impuso como condición vivir en Madrid. En aquel momento me puso un piso en la calle Serrano que pagaba él.
Posteriormente, me pidió que me trasladara a vivir a La Finca. Yo no quería, porque no me lo podía permitir y no quería contar con el dinero de mi familia. Luis me dijo que no me preocupase, me cedió una parcela en la urbanización y yo proyecté una casa. Caí en su trampa. Más tarde, Luis comenzó a enfermar y opté por vender la casa por 8 millones y medio de euros y liquidé el terreno con él, que se había valorado en 3 millones de euros”, declara al portal de información ‘rosa’.
“Después, me fui a vivir a una casa de 800 metros en la zona donde viven Cristiano Ronaldo y los Thyssen. Firmé un contrato de alquiler con derecho a compra, en el que se estipulaba un alquiler de 9.000 euros y una compra de 5 millones de euros. En cuanto al tiempo de validez del contrato se firmaron 3 años con opción a ampliar dos más. Cuando se cumplieron los tres años solicité un año más, pero Luis ya había muerto y Susana me dijo que me fuera. En ese momento decidí dejar de pagar y poner varias demandas, una por cada proyecto que he hecho, que han utilizado y que no me han pagado. Todas ellos suman 8 millones y medio. Si Susana no me hubiese dicho que me fuese, nunca hubiese reclamado nada”, añade.
Las fuentes de la familia Cereceda consultadas por Vanitatis niegan esa deuda: “Se le ha pagado todo, incluso proyectos que no ha realizado”.