En Cuba, “ligar” significa mezclar y la liga entre un buen cigarro y una copa adquiere una gran importancia, sobre todo si estamos en la sobremesa, donde tradicionalmente se consumen habanos y destilados al mismo tiempo.
En general hay que señalar que las peores armonías de los cigarros se producen con las bebidas gaseosas (cerveza, cava o champán, refrescos carbonatados, combinados, etc.). La razón no es otra que las bebidas que contienen gas carbónico y se sirven frías, convierten el sabor del cigarro en algo metálico, sin fuerza y con escaso sabor.
Tampoco proporcionan un buen maridaje los destilados blancos (ginebra, vodka, orujo, etc.) ya que además de dejar mal sabor de boca, suelen servirse fríos, lo que resta fuerza al sabor del habano.
En el otro extremo de la balanza están los clásicos: el ron añejo, que es el destilado que mejor liga con la mayoría de los cigarros, junto con los brandies solera reserva y los coñacs.
Los güisquis de malta combinan adecuadamente sólo con habanos de gran fortaleza y marcado carácter, aunque no alcanzan las armonías de sabores y aromas que proporciona el ron o el brandy.