La venta de ‘etilómetros’ se había convertido en un negocio muy rentable gracias a la decisión de Francia de obligar a los conductores de todos los vehículos a motor a transportar uno. Pero el nuevo ejecutivo galo ha ampliado los plazos para aguarle la fiesta a los especuladores.
La norma entraba en vigor el 1 de noviembre y, a medida que se acercaba el día, los precios de estos artefactos se elevaban, hasta el punto de que uno aparato medidor normal, que suele costar unos 30 euros, se vendía por 150 euros últimamente.
Esto era posible por la escasez de suministros que provocaba la limitada capacidad de producción de los fabricantes, concentrados en algunas áreas de China y el Norte de Africa y la creciente demanda de los conductores galos y de los países europeos limítrofes.
Finalmente, el Gobierno galo ha optado por ampliar el plazo hasta el 1 de marzo de 2013, con idea, según ha declarado al respecto el ministro de Interior Manuel Valls, de que “todos los conductores se puedan equipar de etilómetros de forma adecuada y a un precio justo”.