‘Worthy’, un disco de Bettye LaVette

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‘Worthy’, un disco de Bettye LaVette

Worthy

La veterana cantante de Michigan se alía de nuevo con Joe Henry para grabar un hermoso disco de versiones. ¿Quién nos queda? Veamos. Tina Turner sigue desaparecida, disfrutando de un hermoso retiro en Suiza. Aretha Franklin es un monumento mundial incontestable, pero sus discos de autores modernos no están a la altura de su maravillosa voz. Las buenas noticias son que Sharon Jones ha vuelto fortalecida de su enfermedad y, por supuesto, que la gran Bettye LaVette sigue en la brecha.

LaVette nunca fue la número uno. Aunque ahora quizá sí lo sea. La veterana cantante mantiene su voz desgarrada en plena forma y goza de una especie de segunda oportunidad para obtener la gloria. Lo ‘vintage’, bendito YouTube, sigue de moda tras una década de predominio, con la ventaja de que en esta etapa las copias empiezan a dejar paso a los originales.

Y es obvio que si hablamos de gran música negra estadounidense, fraseo dramático, emociones a flor de piel y gritos que hacen temblar las plateas, nadie le aguanta en pie un par de ‘rounds’ a Bettye. Más aún si se sienta a perpetrar un disco inolvidable en compañía de un tipo tan sabio como Joe Henry, a quién también hay que conceder el crédito que le corresponde en este inesperado ascenso de su artista favorita a la primera división.

Henry, un cantautor notable y cuñado de la mismísima Madonna, por cierto, sabe lo que se trae entre manos. Y comprende que para hacer un buen disco de esta clase hay que mimar los ingredientes en primer lugar. Como cualquier carne roja, las proteínas del blues añejo deben respetarse. Basta con echarla a la parrilla y dejarla un rato sobre las brasas. Sin abusar de las especias para que no el sabor quede intacto.

Y eso es lo que han hecho en este ‘Worthy’ el disco del que nos ocupamos hoy. Ningún invento. Cero pretensiones. Unos músicos sólidos, una cantante que conoce los secretos. Y, por supuesto, un puñado de buenas canciones intemporales escritas por algunos de los maestros más respetados del género. Para mimarlas y acariciarlas. Para gritarles cuando el guión lo requiera. Para interpretarlas con pasión y reverencia a partes iguales, claro. Para hacer con ellas rythm & blues de primera calidad.

Me gustaría haber visto la cara de Paul McCartney cuando escuchó la versión que LaVette ha hecho de ‘Wait’, mi canción favorita del disco por el momento. Un tema que el ‘beatle’ compuso a medias con su compinche Lennon para completar ‘Rubber Soul’. Ya saben, uno de los mejores discos de la historia del pop. Pero, ¿con lo qué ha caído todavía hay posibilidades de hacer algo nuevo con una canción de los cuatro de Liverpool?

Pues parece ser que sí, amigos. En su versión original, esto era una pieza pop que relataba el regreso a casa de un ‘noviete’ que había pasado un tiempo fuera haciendo ‘no se sabe qué’. Bettye retuerce esa letra hasta convertirla en el cántico desgarrado de una amante desesperada que tras múltiples equivocaciones trata de volver a la casilla de salida en busca de su última oportunidad.

Y así es todo este disco. Nada original en su planteamiento, que dirían sus críticos, pero terriblemente puro, y absolutamente maravilloso en sus resultados. O eso me parece a mí. Cada tema es un descubrimiento y una aventura, de la mano de esta trapecista de los sentimientos que, según parece, nunca ha sabido lo que es una red. Y no va a descubrirlo ahora, con los años que lleva en esto.

Pero, cuidado, estos 44 minutos de música hermosa y devastadora, a la vez, estas once canciones cuidadosamente seleccionadas, no son para todos los estómagos. Compañeros y compañeras, aquí tenemos ‘the real thing’, la auténtica realidad por traducir de alguna manera esta expresión anglosajona. Esto rezuma calorías y prescinde, por completo de cualquier edulcorante. Así que aconsejo catarlo con hambre de música buena y probarlo primero en pequeñas dosis para no sufrir una indigestión.

Claro que, desde el primer momento, desde esa versión nada obvia de ‘Unbelievable’, un Dylan de 1990, del álbum ‘Under the Red Sky’, uno de los menos populares del maestro, todas las cartas están sobre la mesa. Elegancia, respeto, feeling y plena capacidad de releer los originales sacando de ellos todo lo que tienen de sí, aunque para lograrlo haya que conducirlos por unos caminos sonoros inéditos.

Y después, sin dar tiempo a que el oyente tome aliento tras esa explosión de tórrido funnky a medio tiempo que se el ha venido encima, LaVette recupera uno de los mejores temas de Savoy Brown, aquellos ‘bluesmen’ británicos de los setenta. Nada menos que ‘When I Was A Young Girl’, la epopeya que escribió Chris Youlden para el mejor álbum de su banda, según yo lo veo, ‘Raw Sienna’, grabado en 1970.

En fin que, aunque este párrafo se llene de molestas negritas, no queda más remedio para hacer justicia al álbum que tenemos entre manos, que repasar el listado de autores. Porque pone los pelos de punta. Además de los anteriormente mencionados tenemos aquí canciones de Jagger y Richards, sí señor sus ‘satánicas majestades no podían faltar, y Mickey Newbury, Linford Detweiler, Randall Bramblett, JH Brown Jr, Christine Santelli y Brian Mitchell, Beth Neilsen Chapman y Mary Gauthier, y hasta una del mísmisimo Joe Henry que no desmerece y aguanta el tipo entre tanta maravilla.

¿Se hacen una idea? Total que, probablemente, estemos enfrentándonos a un clásico. A un disco que será recordado durante mucho tiempo y que, por supuesto, va a marcar el definitivo ascenso a los cielos de una supuesta ‘segundona’ que nunca lo fue, en realidad. Cierto que todas esas divas que hemos mencionado en el primer párrafo de este artículo acumulan méritos suficientes para tener un sitio en la historia.

Sin embargo, lo cierto es que mientras casi todas ellas, a estas alturas, son justamente eso, historia, a sus 69 años LaVette es puro presente. Una artista de siempre y a la vez de ahora, con mucho por cantar, frescura, descaro y la ventaja de contar con una experiencia que le sirve incluso, para prescindir de ella si es necesario y abordar una canción como si fuera la primera vez en su vida que se pone delante de un micro. No se pierdan este disco. Lo lamentarían el resto de su vida. O casi…

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