Cómo bestializarse en 24 horas o menos

Cuba

Cómo bestializarse en 24 horas o menos

Un combate bestial, que requiere fuerza sobrehumana e inteligencia. Récord de audiencia en todo el archipiélago cubano para largo tiempo. Difícil de lograr que tanta gente se pare frente al tv para ver y escuchar.

Lucha olímpica
Lucha olímpica

Por el aquello de que un periodista no debe convertirse en el protagonista de una historia, pensé recurrir a ese viejo truco profesional de cargarle lo acontecido a un personaje ficticio, de esos que llevan nombres que llaman la atención o mueven a risas.

Pero no será así. Quien suscribe lo vivió y sufrió. Ni la primera ni última vez que sostenga que, de no producirse un cambio estructural en todos los órdenes en Cuba, terminaremos los unos contra los otros, destruyéndonos nosotros mismos para complacencia de no pocos al norte de la isla.

Y esa fue la sensación: matar. Aunque probado está que padezco un mínimo de ese estrés llamado post traumático por tres guerras a mis espaldas, en cualesquiera de ellas si te apuntan con arma no es el momento para solicitar una tregua y convencer al enemigo de que está equivocado, que la razón es completamente tuya. Hay que tirar a matar, sin remordimientos de ninguna categoría porque es tu vida la que estás resguardando.

Entonces, temprano en la mañana, en el agro mercado de 19 y B, en El Vedado, pides que te pesen unas malangas. Cinco libras, dice el hombre. Luego, la cifra, mil pesos, a 200 cada una de ellas.

ende que son dos y un poco más, que te están robando a la cara. Regresas bien molesto para gritarle al tipo: “Mira, hijo de mala madre, no te vuelo los sesos porque hace buen rato me desarmaron”.

Pides ver al administrador del lugar y, “cosa rara”, te informan que está en reunión. Hagan la prueba cuando puedan. Comprobarán que en este país no se trabaja, que vive en constantes reuniones, chequeos o análisis.

Tratas de olvidar el incidente. Llegas a casa en busca de salir a pasear con el perro para despejar. Diez de la mañana. De frente hacia ti, por la acera, cuatro adolescentes que, al sobrepasarte, uno de ellos te propina con un madero un fuerte golpe en la espalda. “Hacerle eso a un viejo, hijo. A ti no debió parirte una mujer”. “Seguro te gustó”, responde el insolente. Nuevamente el deseo de agresión que, por suerte, los muchachos esquivaron  siguiendo de largo hacia la costa.

No ha caído el mediodía. A la farmacia en busca de esas tiras para comprobar el azúcar en sangre que hace meses desaparecieron, pero llegaron ahora. “Se acabaron”, confiesa la empleada, pero una vecina te alerta: “Fulanita, las está vendiendo”. Lucrar con la salud cuando más de una vez atendimos a enemigos cediéndoles el famoso apósito del soldado.

Te vas bestializando poco a poco, incumpliendo con una de las leyes del barrio que reza no dejarte provocar.

Casi sin deseos de un modesto almuerzo, a la cama, frente por frente a un ventilador. El aparato hace su trabajo dos minutos para darle entrada a un apagón por avería. A la terraza, que un vecino quiere comentarte que ha pagado cien euros por cuatro cubetas impermeabilizantes que resultaron en una estafa. Encuentro que sirvió para recordar cuántas “malas palabras” tenemos en nuestro léxico coloquial.

Llega la electricidad justo a las 2.20 pm. Interrumpimos los disgustos y palabrotas a las dos manos y diversos destinos. La cita es frente al tv, en vivo desde París, en el combate  del estelar luchador Mijaín López en la división de 130 kg en busca de lograr otro olímpico en su quinta Olimpíada. Dos cubanos enfrentados. Uno por la isla; el otro, Yasmani Acosta, por Chile y que varias veces ha sostenido que Mijaín es su ídolo.

Un combate bestial, que requiere fuerza sobrehumana e inteligencia. Récord de audiencia en todo el archipiélago cubano para largo tiempo. Difícil de lograr que tanta gente se pare frente al tv para ver y escuchar.

Menos mal que en el Código Penal y en el del honor deportivo bestializarse no está catalogado como delito o infracción…

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