Pablo Casado, presidente del Partido Popular
Las declaraciones de Pablo Casado sobre la inmigración han provocado un vendaval de críticas. Sin embargo, el presidente del PP se mantiene firme con su discurso y ha recordado este lunes que “la izquierda no tiene el monopolio de los buenos sentimientos en inmigración”. Es más, no ha dudado en dirigir un mensaje a quien carga contra su postura.
Durante su intervención en la reunión de la Junta Directiva Regional del PP de Madrid, Casado ha defendido que la radicalidad de la que le acusan es “sinónimo de tener las cosas claras, de tener personalidad, independencia y de no moverse como las ramas sino de ser un tronco”.
En este sentido, el presidente del PP afirmado que es lo único que está haciendo es ser “fiel a los principios” del partido en materia de inmigración, que han sido “los más eficaces”. Momento en el que ha destacado que cuando ha gobernado su formación “no ha habido problemas con la acogida de inmigrantes sino todo lo contrario”.
Casado ha puesto sobre la mesa la política migratoria en los años 90: “Fue ordenada, legal y en igualdad de derechos y obligaciones. No hubo guetos, no hubo conflictos sociales y no hubo problemas de convivencia. España se enriqueció de esas personas que venían a dar lo mejor de sí mismos”.
En cuanto a los valores que defiende el PP en este asunto, el dirigente conservador ha recalcado que son un “partido liberal que quieren un mundo globalizado con buenas condiciones para los inmigrantes pero también con una sostenibilidad con los que viven en el país”.
Por ello, ha llamado a abordar la inmigración desde un punto de vista “realista y sincero” donde se apoye a la Guardia Civil y la Policía. Mientras, ha valorado que el ‘problema’ surgió en 2008 con la crisis de los cayucos en Canarias por una “apelación a papeles para todos”.
De esta manera, el presidente popular ha comparado ese 2008 con este 2018 por culpa de una “política de gestos, oportunismo y demagogia” que, a su entender, “no es buena”.
Por último, Casado ha concluido que “Occidente no puede lavar su mala conciencia con limosnas, tenemos que ser solidaridad de verdad”, a la hora de mirar al origen del conflicto y de ayudar a África.
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