En su análisis, la entidad destaca que la economía de Canadá ha sido más fuerte de lo esperado, gracias al impulso de la demanda, a pesar del efecto acumulativo de las subidas de los tipos de interés, aunque advierte de que, a medida que el efecto de las tasas más altas llegue a la economía, el crecimiento económico se desacelerará.
De este modo, anticipa una expansión a un ritmo medio de alrededor del 1% durante la segunda mitad de este año y la primera mitad de 2024, lo que implica un crecimiento del PIB real del 1,8% en 2023 y del 1,2% el próximo año.
En cuanto a la inflación, la tasa se moderó al 3,4% en mayo, una caída sustancial desde su pico de 8,1% el verano pasado. En este sentido, el Banco de Canadá señala que, si bien el IPC se ha reducido en gran medida, el impulso a la baja se debe más a los precios de la energía y menos a la reducción de la inflación subyacente.
De esta manera, en sus proyecciones de julio, se pronostica que el IPC rondará el 3% para el próximo año antes de disminuir gradualmente al 2% a mediados de 2025, lo que representa un regreso «más lento» que el previsto en las proyecciones de enero y abril.
De hecho, el Consejo de Gobierno del banco central canadiense «sigue preocupado porque el progreso hacia el objetivo del 2% podría estancarse, poniendo en peligro el retorno a la estabilidad de precios».