Los precios del gas natural en Europa han subido esta semana a su nivel más alto en más de dos años, impulsados por las bajas temperaturas y la falta de viento, que han reducido la producción de energías renovables. Actualmente, son entre tres y cuatro veces superiores a los de EEUU, lo que supone una desventaja competitiva clave para las empresas europeas.
La Comisión Europea está considerando este límite dentro de las discusiones sobre un ‘Pacto industrial limpio’, un documento de política que se presentará el próximo mes, según publica Financial Times, que cita a tres fuentes conocedoras de las conversaciones.
El documento estratégico pretende fortalecer las industrias pesadas europeas, que se enfrentan múltiples desafíos, como las agresivas medidas comerciales del presidente Donald Trump y la ambiciosa transición ecológica del bloque.
Las conversaciones sobre un posible tope de precios, aunque aún en fase inicial, han generado rechazo en algunos grupos industriales, que advierten sobre el daño a la confianza en el mercado europeo, añade el diario británico.
Once asociaciones, incluidas Europex (Asociación de Bolsas de Energía Europeas) y AFME (Asociación de Mercados Financieros de Europa), enviaron una carta a la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, en la que expresaban su preocupación. En la misiva, publicada este miércoles, alertan de que la medida podría tener “consecuencias negativas de gran alcance” para la estabilidad de los mercados energéticos europeos y la seguridad del suministro.
Según la carta, un tope al precio del gas “socavaría la confianza” en el mercado de referencia europeo, el Title Transfer Facility (TTF), y llevaría a la comunidad internacional del gas a recurrir a otros precios de referencia no regulados y más representativos, ubicados fuera de la UE.
La UE ya propuso un límite similar en 2022, en plena crisis energética provocada por la reducción del suministro de gas ruso tras la invasión de Ucrania, si bien la medida nunca se implementó, ya que los precios no superaron el umbral fijado de 180 euros por megavatio-hora.
A partir de esa experiencia, el expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, instó el año pasado a la Comisión a establecer “topes dinámicos” en casos donde los precios del gas en la UE se desvíen de los mercados energéticos globales.
Sin embargo, algunos estados miembros podrían mostrarse reticentes a la aplicación de un tope de precios. Alemania y Países Bajos, por ejemplo, se opusieron a la propuesta anterior.
Cualquier intervención en los precios también podría dificultar los esfuerzos de la UE para contrarrestar la ofensiva arancelaria de Trump, a menos que aumente la compra de gas natural licuado (GNL) de EEUU.
“Fijar un tope en el mercado mayorista no solucionará el problema de fondo, que es la falta de energía”, señaló a Financial Times Amund Vik, asesor senior en Eurasia Group y exsecretario de Estado de Energía en Noruega.