“El consecuente aumento de los precios de materiales como el cobalto y el níquel crearía un período de prosperidad para las principales economías que los exportan, pero la escalada de precios podría durar hasta finales de esta década y descarrillar o retardar la propia transición energética”, avisan los economistas del FMI Lukas Boer, Andrea Pescatori, Martin Stuermer y Nico Valckx.
Los precios de los metales industriales ya han registrado un importante repunte conforme se han ido reabriendo las economías tras los cierres de la pandemia, y la tendencia podría ir a más. Por ejemplo, el precio del litio, que se usa para las baterías de los vehículos eléctricos, podría subir de su nivel de 2020 de aproximadamente 6.000 dólares por tonelada métrica a alrededor de 15.000 dólares a finales de esta década, y permanecer en niveles elevados durante la mayor parte de la década de 2030. Los precios del cobalto y el níquel también registrarían alzas similares en los próximos años.
El análisis del FMI se centra en la hoja de ruta planteada por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) con la meta de limitar los aumentos mundiales de la temperatura a 1,5 grados centígrados, lo cual exigiría una transformación del sistema energético que podría elevar considerablemente la demanda de metales en la medida en que las tecnologías de bajas emisiones -energía renovable, vehículos eléctricos y captura de hidrógeno y carbono- usan más metales que los combustibles fósiles.
Si el objetivo es alcanzar las emisiones cero para 2050, el consumo de litio y cobalto podría tener que aumentar más de seis veces para cubrir las necesidades de las baterías y otros usos de energía limpia. El uso del cobre se duplicaría y el del níquel se cuadriplicaría, aunque esto contempla necesidades no relacionadas con la energía limpia.
“Mientras que la demanda de metales podría dispararse, la oferta tiende a reaccionar de forma lenta a las señales de precios, lo cual en parte depende de la producción”, señala el FMI. Por ejemplo, el cobre, el níquel y el cobalto se extraen de minas, con procesos que requieren fuertes inversiones y que, de media, tardan más de una década en pasar del descubrimiento a la producción. Más fácil es la situación con el litio, que suele provenir de manantiales minerales y salmueras, y se extrae bombeando agua salada subterránea.
“Si la minería tuviera que satisfacer el consumo en el escenario de cero emisiones netas de la Agencia Internacional de la Energía, el reciente análisis del personal técnico muestra que los precios podrían alcanzar máximos históricos durante un lapso sin precedentes, y esos aumentos de los costos podrían incluso retardar la propia transición energética”, concluyen los economistas del FMI.
En un escenario de cero emisiones netas, el aumento de la demanda es más intenso al comienzo del período ya que los componentes de la energía renovable, como turbinas eólicas o baterías, necesitan metales al inicio. Pero por el lado de la oferta, la producción reacciona de forma lenta debido al largo tiempo que tarda la explotación de minas, y la estrechez en el mercado solo empieza a aliviarse a partir de 2030.
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