Luego, con el implacable juicio del tiempo y el actuar de quienes la fomentaron, el proceso evoluciona o sencillamente perece ante innumerables desafíos que se le ponen por delante. Cambian los tiempos.
Todavía vivimos en Cuba muchos de aquellos que sentimos el quehacer revolucionario de los primeros años, caracterizados por un febril entusiasmo en todos los órdenes.
Aquí está, en manos, esas 800 yardas de hilo de coser que no bien puestas sobre la máquina ya avisan que “Una buena distribución es hacer Revolución” y para completar, “¡Patria o muerte! ¡Venceremos!”. Lo acuña el Mincin (Ministerio de Comercio Interior)
Llegó lejos esa consigna definitoria de una decisión popular. Tanto, que aparecía hasta en las cuchillas de afeitar o en la denominación de aquel compatriota al que definíamos como un tipo de ¨Patria o muerte”.
Seis décadas después, sigue en pie el mismo desafío no tan anunciado porque a estas alturas a nadie se le ocurriría ofertar un paquete de seis croquetas con tan dramática alternativa.