Lo amargo de no saber qué hacer

Cuba

Lo amargo de no saber qué hacer

Aunque ese conflicto bélico en Etiopía ya a pocos interesa, nos dejó muy provechosas experiencias que se pueden aplicar a la actualidad local.

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Soldados

De mis memorias de guerra, aún en reposo editorial, no dejo de recordar un pasaje donde nuestro curtido jefe, el teniente Pompa, debió ser evacuado en pleno desierto de Ogadén, Etiopía, 1978, hacia la antigua RDA (República Democrática Alemana) porque su estómago reventó en torrentes de sangre. Quien lo sustituyó fue un recién llegado de Cuba que olía a colonia barata, pero con sorprendente fragancia para quienes debíamos pasar el día con una cantimplora de agua.

No hizo más que entrar al observatorio para que apareciera un grupo de tanques a poco menos de 700 metros de distancia. Se le cursó aviso, miró por el equipo óptico y entonces, con aires de todo un conferencista principiante, apuntar:

-No sé qué me pasa hoy que no puedo coordinar.

Uno de nosotros, en susurro, le puso la tapa al pomo:

-Este hombre está “apendejao” (acobardado).

Como fue una guerra con el mismo armamento soviético por ambos bandos, los vehículos nuestros llevaban una cruz blanca para evitar errores de la aviación cubana. Aquellos tanques los tenían en sus torretas.

Aunque ese conflicto bélico en Etiopía ya a pocos interesa, nos dejó muy provechosas experiencias que si las aplicamos a la actualidad local no podemos menos que llegar a la conclusión de que tenemos muchos incompetentes que no tienen la menor idea de cómo enfrentar los problemas por miedo y otras razones.

Y más ahora, con la dupla Trump-Rubio apretando la tuerca a más no poder y el primer ministro advirtiéndonos que estamos en economía de guerra, aunque no se vean tanques en lontananza…

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