Fue noche, pero no tan buena, de las peores en los últimos años. Otra cosa no se podía esperar dada la mega crisis e inflación con que se vive. La capital cubana amaneció con 20 grados a la sombra, como un día más, sin nada significativo, laborable porque el festivo sería este 25 gracias a aquel reclamo Papal en 1997.
Cada cual a lo suyo, con el ojo puesto en la tradicional cena que no fue como en mejores tiempos. Escasez e inflación, con precios inalcanzables para quien se sostiene de un salario o pensión.
Merece apuntar que no todos, que serían mayoría porque los hubo que no carecieron absolutamente de nada. Los que tienen y los que no tienen. La desigualdad ya es notoria y visible en la isla.
Algunos, no todos, a la espera de ese socorrido Súper Market 23, ese “invento” para burlar el dañino bloqueo gringo, con el envío que el pariente o amigo paga desde el exterior en moneda fuerte para que recibas lo que ya está en existencia en la isla, acompañado por ese cínico slogan de “gracias por elegirnos”.
Las autoridades, entre tanto, reclaman alegría y resistencia. Ignoran que ambas no van al estómago ni le tributan tranquilidad a esa tormenta mental del día que favorece las intensiones de enemigos internos y externos de la revolución.
Entretanto, los más viejos, esos que por vivencias les es muy difícil hacerles creer un cuento de ocasión, recuerdan aquella tonada tan popular de “¿cuándo volverá la Nochebuena, cuándo volverá el lechoncito?”…