Entre las tantas preocupaciones con las que se acuestan y levantan las autoridades cubanas, que un profesional de la salud de total confianza no duda precisen de un inductor al sueño, está ahora mismo el cómo y de qué manera obtener la mayor cantidad de divisas como el euro y el dólar para una economía aún en terapia intensiva para este venidero año 2025.
Lo más parecido a esas cañas de azúcar que las hacen pasar varias veces por un artilugio que les extrae su jugo conocido como guarapo hasta la última gota.
Dolarización en marcha forzada ha sido una de las decisiones. Y cada día se encuentran más puntos de embarque para que llegue a las arcas estatales tras la aprobación de su uso en diversas actividades comerciales y de servicios.
Su comienzo fue por las gasolineras con esa tarjeta denominada Clásica que de pesos cubanos no tiene ni su confección, y ha llegado hasta el aviso reciente de que será regulado el pago en moneda nacional en las recargas telefónicas y sus datos móviles en la búsqueda también de los dólares y euros que algunos poseen debajo del colchón.
Finalmente, el primer ministro y el resto del gobierno, han reconocido la necesidad de asumir el cambio de divisas de una forma más que razonable en un intento de frenar el monopolio que sobre ellas tiene el comercio informal, declarado también ilegal.
No pocos economistas del patio se están preguntando si realmente la banca central tendrá disponibilidad para asumir diariamente esa tasa de cambio flotante que debería iniciar sus operaciones con una muy similar a la informal.
Este año que comienza a asomar cabeza será bien difícil, tanto como cruzar un campo minado un triple salto mortal sin maya protectora.