Todo comentó en 1962 con el sueño de Los Cuatro Mosqueros del Fútbol Chileno: Juan Pinto Durán; Ernesto Alvear; Carlos Dittborn y Manuel Bianchi. Ellos nos hicieron soñar con ser sede de un Mundial en el año 1962, pese a que las posibilidades de concretar esa idea eran difíciles. Competíamos con Argentina, ¡nada más ni nada menos!
“Porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo», así habría concluido su presentación el dirigente Carlos Dittborn, previo a la votación en aquel lejano año.
Esta frase está grabada en el imaginario deportivo nacional, y ha trascendido hasta hoy.Quiero hacer notar que fue repetida innumerables veces, por el gran periodista chileno, y descendiente directo de españoles, Julio Martínez Pradenas, en cada aniversario de esa gesta deportiva.
Cuando ese proyecto se hizo realidad, todo un país se unió en torno al Fútbol, no importando sus ideas políticas, religiosas o situación socio económica. El Mundial era una fiesta y en consecuencia, había que celebrarlo.
Sin embargo, el cataclismo o terremoto de Valdivia de 1960 de magnitud 9,5 – considerado el más intenso de los que se tiene registro- , provocó una lógica inquietud en la FIFA y en las autoridades nacionales, por los serios daños ocasionados.
Como se señala el autor del citado libro, “Científicos han calculado que la energía liberada en aquel momento fue 20.000 veces más potente que la bomba lanzada sobre Hiroshima concluyendo la Segunda Guerra Mundial”.
Pero ese terremoto no contaba con la tenacidad del Presidente ingeniero Jorge “Paleta” Alessandri, de su Gabinete y de la resiliencia de los chilenos-chilenas.
En cuanto a los partidos del Mundial, me referiré al que fue considerado la Final Anticipada, entre España y Brasil.
Según entendidos, dicho partido fue uno de los mejores del torneo, sino el mejor. Aunque estuvieron ausentes las dos principales figuras mundiales de la época: Por la Furia Roja, Di Stéfano, por los sudamericanos, Pelé. Esos dos cracks no pudieron jugar por lesión, pero esa ausencia simplemente no se notó.
Uno de los espectadores de aquel encuentro en el Estadio Sausalito de Viña del Mar, siempre recordó aquel partidazo.
A su juicio, España debió haber ganado por la forma como jugó. Sin embargo, el fútbol tiene “esas cosas” y quien pasaría a la siguiente fase sería Brasil, quedando España eliminada.
De hecho, aseguraba con convicción que hubo un detalle que cambió todo. El ingreso al campo de juego de un perro callejero, de un “quiltro”, lo cual obligó a suspender el partido. ¿Qué provocó aquello? La desconcentración y el “enfriamiento” de España.
Aquel partidazo sería recordado en nuestras tertulias familiares, cada vez que se hablaba del Mundial del 62, y digo “nuestras” porque ese testigo privilegiado fue mi querido Padre (QEPD), quien hablaba con tal entusiasmo de aquél Mundial. Sólo le faltaba ponerse de “corto” e ir a jugar. Y eso, querido amigo lector, nunca se olvida. Es “unforgettable” al igual que la canción interpretada por Nat King Cole.
Por otra parte, y como el autor lo menciona en su libro, este Mundial estaba hecho para el aplauso de Pele o Di Stéfano, sin embargo, quien se llevó los honores fue el brasilero Garrincha. Este jugador, considerado “la alegría del pueblo”, sumó a su leyenda deportiva su tormentosa relación con “la diosa de la música”, de la cual da cuenta en el libro.
Asimismo, no puedo dejar de mencionar la ingente labor que realizó una figura fundamental de la selección chilena de fútbol de ese memorable año. Me refiero a Fernando Riera Bauzá.
El Tata fue el artífice para la obtención del tercer lugar. El trabajo previo que llevó a cabo ese gran entrenador o el Míster como se dice en España, fue monumental. Fue un extraordinario técnico, y mejor persona. Su gran convicción, disciplina y rigurosidad fueron parte de su legado.
Concluyo señalando que existe otro hecho por el que se seguirá recordando en mi país al que el autor denominó el Último Mundial Romántico: me refiero al “El Rock del Mundial” interpretado por los Ramblers, canción que mis padres disfrutaron y bailaron al igual que todo Chile, en aquel lejano e imborrable período de la historia deportiva.
Por Don Francisco Javier Devia, Ministro de la embajada de Chile en España