Dicho en buen cubano. Trump, presidente; Marco Rubio, secretario de Estado. A cagar por los portales.
Y nada mejor, a mi modesto y atrevido juicio sin dármelas de especialista, que tomar la filosofía de esas tragedias naturales que tanto nos afectan. Una metáfora que llega como anillo al dedo en la actual situación crítica que vive la nación. Habrá que prepararse bien, con sabiduría, para lo que viene. Quien se sienta incompetente, pues que renuncie.
Anti gringo confeso ahora mismo me viene a la mente algo que me podría llevar directo y sin escala al cadalso de un tribunal municipal. Lo dicho por un importante chino (tal vez fuera Deng Xiaoping) que en mala hora he olvidado su nombre, cuando sentenció que “si debemos acudir al capitalismo para salvar el socialismo lo tendremos que hacer”.
Y que conste no se trata de concesiones al imperio, ni ponernos de rodillas para que nos permitan vender una caja de Habanos Montecristo en una tienda de Washington, sino de renovar arcaicos conceptos económicos que no han dado resultado alguno salvo un retroceso que nos ha conducido a la peor de las crisis en tiempos de revolución.
Agrego algo más que pondría los pelos de punta a algunos analistas. A fin de cuentas, estoy ejerciendo el derecho a la opinión. Los problemas de Cuba no son políticos, sino económicos. Para redondear, de política económica.
Terminando, porque detesto las milongas que hasta mareos provocan. En mi mente aquella introducción en el recordado y admirado espacio televisivo de Aventuras. Al principal del bergantín le advertían a puro grito:
-¡Capitán, la tormenta se nos viene encina!
El otro respondía enérgico, dueño de la situación:
-¡Arríen las velas! ¡Todos a cubierta!