Acaban de salir de La Habana un grupo de congresistas estadounidenses luego de haber sostenido varias reuniones con altos cargos cubanos y que finalizaron frente al presidente Raúl Castro, tope que según una nota oficial, sirvió para “intercambiar sobre asuntos de interés para ambos países.”
Y una de las intenciones de la delegación, encabezada por Patrick Leahy, senador demócrata por el estado de Vermont, era profundizar y ver sobre el terreno el famoso caso de la llamada “guerra acústica”, que todavía mantiene a ambas embajadas trabajando a media máquina por la salida de su personal. El presidente Trump no sólo retiró a casi una veintena de diplomáticos de su sede en La Habana, sino que ordenó otro tanto a los cubanos que laboraban en la de Washington.
Confirmada por la parte visitante de que no existe tal amenaza sónica al incluir en la delegación a algunas de las esposas, los congresistas pedirán la normalización de su embajada y alguno de ellos han puesto como fecha el próximo marzo.
A tres meses de investigaciones cubanas y estadounidenses no se ha logrado encontrar evidencia alguna. El único, al parecer, empeñado en ello es el propio Trump, que ha logrado extender sus ideas de “peligrosidad” a un turismo norteamericano en apreciable descenso en las visitas a la isla.