El ‘power-trío’ de Washington evoca en su disco de debut el sonido de la ‘new wave’ de finales de los setenta. ¿Qué es ese ruido? ¿Puede ser que estemos otra vez en 1977? No. Claro. De momento, que se sepa, aún no existe la posibilidad de viajar al pasado. Por lo menos, físicamente. Pero cuando el pop-rock potente y melódico de ‘Rips’, el primer disco del trío femenino Ex Hex, suena por los altavoces de mi equipo de sonido, es como si, de repente, hubiéramos vuelto sin saberlo a aquella edad de oro.
Todo lo bueno de aquel movimiento, que hermano a los modernos urbanos de Nueva York y Londrés, está aquí, en esta colección de canciones grabada en pleno siglo XXI por tres chicas entusiastas de Washington que, dejémoslo claro desde el principio, me han robado el corazón de rock and roll. Uno que debo tener aún en el pecho y, a pesar de los años transcurridos y las canas acumuladas, late de vez en cuando.
Es comprensible. Escuchar a Ex Hex es como volver a oír a Television, Los Ramones, The Motels, o The Pretenders. Como si The Jam se las hubiera apañado para sobrevivir a la década de los ochenta y plantarse en 2014 con toda su fiereza rítmica intacta y con esa capacidad suya de siempre para construir estribillos inolvidables y obras maestras de menos de tres minutos que les llevó a la cima.
Pero, si sólo fuera por eso quizá la fascinación no durara demasiado. A lo mejor la culpa es de YouTube, pero, hoy por hoy, han proliferado las bandas de tributo, los grupos que nacen, crecen y se desarrollan imitando a otros y que hasta son capaces de tocar exactamente, nota por nota, un riff histórico, con los mismos instrumentos con los que se grabó el original.
Algunos hasta visten exactamente igual que sus modelos. Más aún, los hay, como el nuevo cantante de los eternos Yes, que tras haber dedicado su vida a copiar las inflexiones de voz y el ritmo de la respiración de sus ídolos, consiguen el sueño de su vida al convertirse en miembros de pleno derecho del grupo al que adoran, sustituyendo al tipo que tan bien han conseguido imitar.
La nostalgia es una industria poderosa que marca el presente del rock and roll y las músicas modernas. No en vano, ya han transcurrido algo más de 60 años de la invención de este ruido juvenil y, por lo tanto, hay unas cuantas generaciones superpuestas que disfrutan con este ruido.
Y las reediciones están a la orden del día. También los ejercicios de estilo y las fotocopias prefabricadas, a veces de forma puramente artesanal, que intentan hacer negocio con el público más joven y menos documentado. Hasta se crean grupos de un determinado estilo sólo para que los modistos de turno puedan revivir una época determinada en su próxima colección.
¿Entonces, cuál es el motivo que hace diferentes a las Ex Hex y les permite destacar como algo verdaderamente original en medio de tanta pasión ‘revivalista’? Las canciones, por supuesto. ¿Qué otra cosa podría ser? Si, los grandes compositores del ‘country’ aseguraban que para escribir un buen tema bastaban “tres acordes y la verdad”, aquí la receta parece haber sido aplicada a la perfección.
Aunque esto no es country, claro. Ya lo hemos dicho. Y, a veces, a uno le gustaría no tener esa sensación constantes de haber descubierto a un grupo olvidado de la cuadra del CBGB, cuando está escuchando este disco. Pero, en fin, no iba a ser perfecto. Las matrículas de honor siempre son difíciles de conseguir.
Confieso, además, que no conocía la trayectoria anterior de estas muchachas, que ahora prometo estudiar. No sabía nada de la fascinante Mary Timony, la ‘guitarrista-cantante-compositora-principal’ de Ex Hex, ni de sus compañeras: la ‘bajista-cantante-compositora-ocasional’ Betsy Wright y la ‘baterista’ Laura Harris. Y, probablemente me he debido perder algo divertido.
Hay especialistas en la banda que aseguran que todo comenzó cuando Timony se hizo con una guitarra Gibson Les Paul Special de 1977 y que su poderoso sonido, que puede escucharse con profusión a lo largo de todo el disco fue la primera pistas de por dónde tenían que ir los tiros en su siguiente proyecto. Es cierto que algunos instrumentos tienen alma. Así que todo podría ser.
Es cierto que las letras no son una lección de poesía. Pero me temo que, con la posible excepción de ‘Horses’, el primer disco de la enorme Patti Smith, la profundidad de los textos no es una de las virtudes de este estilo. Y, además, yo siempre fui un apasionado de las canciones que Michael Chapman hizo para Suzi Quatro. Ya saben, “chica conoce chico” y poco más.
De eso se trata, como bien sabía el gran Elvis Costello, antes de que le diera un aire, se casara con Diana Krall y empezará a creerse Beethoven. Y eso es Ex Hex y su disco ‘Rips’. Grandes canciones de pop casi juvenil, pero con la ironía y la distancia necesarias para poder ser tarareadas por algún que otro veterano.
Y así son sus canciones, desde ‘Waterfall’, mi favorita, por el momento, a cualquier otra. Cualquier de las doce, que componen este disco, optimista y rejuvenecedor y que, según me cuentan, suena de maravilla en los equipos de sonido de los coches. Casi como los primeros de Tom Petty. Será cuestión de hacerse con un cd y contrastar la información. Ustedes mismos.