El plan de resolución de BES es muy severo para los accionistas y los acreedores subordinados, pero se ha demostrado más postivo para el conjunto del sector financiero. El rescate del portugués Banco Espírito Santo hizo temer en un principio un rebrote de la crisis del sector financiero europeo, en plena antesala de los test de estrés y la revisión de calidad de los activos (AQR) previos a que el BCE pase a convertirse en el supervisor único. Sin embargo, la actuación de las autoridades ha atajado esta vez de raíz cualquier efecto de contagio, demostrando que la Unión Europea comienza a aprender de sus errores.
La clave para que no rebrotasen las tensiones financieras que vienen amargando la existencia de los mercados desde 2009 ha sido, sin lugar a dudas, la decisión de proteger a determinados acreedores del proceso de rescate del BES.
En lugar de forzar pérdidas sobre los depositantes no asegurados y otros altos acreedores, como ocurrió en Chipre, Portugal está siguiendo el enfoque más suave de España, que centra las pérdidas sobre la deuda junior y los accionistas. La decisión es muy severa para los accionistas y los acreedores subordinados, pero es más positivo para el conjunto del sector financiero, según coinciden los analistas.
Así lo han interpretado también los mercados, en el que el contagio esta vez ha sido mínimo. La prima de riesgo portuguesa, que el viernes 1 de agosto alcanzaba los 257 puntos, se situaba el lunes –los pormenores del rescate del BES se anunciaron el domingo por la tarde- en 249 puntos.
La calma pese a anunciarse el rescate del tercer banco portugués contrastó especialmente con los nervios que se habían vivido apenas dos semanas antes, cuando las acciones de la entidad se desplomaron en la Bolsa portuguesa ante las señales de lo que habría de suceder. Tal era el temor que Banco Popular, que tenía preparada una emisión de 750 millones de euros en bonos contingentes convertibles (CoCos) decidió finalmente suspenderla hasta un momento mejor dada la volatilidad de los mercados.
Desafortunadamente, la dicha fue breve. Las tensiones pronto regresaron a los mercados, aunque esta vez no de la mano de un banco en apuros sino de la geopolítica, debido a las crisis de Ucrania y de Irak. La prima de riesgo portuguesa volvía a superar este viernes los 280 puntos.
El plan de resolución de Banco Espírito Santo prevé que las actividades de negocio sanas del banco portugués, todos los depósitos, deuda senior y la mayoría de los activos se transfieran al banco puente, denominado Novo Banco. La entidad recibe además una inyección de capital de 4.900 millones de euros, 1.000 millones procedentes del fondo de resolución bancaria portugués, y 3.900 millones más de fondos procedentes del rescate europeo.
Por su parte, todos los accionistas y tenedores de deuda subordinada seguirán en el BES, que será liquidado. Como resultado de ello, éstos contribuirán de forma “completa” a las pérdidas de la entidad portuguesa, tal y como contemplan las normas comunitarias de resolución y liquidación de bancos en quiebra de 2013, que no requieren que depositantes y otros tenedores de deuda senior asuman pérdidas.
BES era el tercer mayor banco de Portugal con 80.200 millones en activos, 36.700 millones de euros en depósitos y 5.800 millones en recursos de otras instituciones de crédito, a finales de junio de 2014. La entidad está presente en 25 países en cuatro continentes y emplea a casi 10.000 personas.