Que a los jugadores brasileños les hayan bajado los humos, será bueno para ellos y al final para su imagen, que así quizás vuelva a ser humanizada. Entre los brasileños hay de todo, como en todas partes. Pero en conjunto los brasileños suman muchos destellos positivos que a bastantes de ellos les ha vuelto prepotentes a menudo con actitudes insoportables Una prepotencia despectiva hacia el resto que a veces molesta a quienes la viven o sufren de cerca. Estos años se ha vivido en el ámbito futbolero, tan atractivo muchas veces pero tan deplorable otras. Brasil es cuna de muy buenos futbolistas, actualmente una de sus exportaciones más productivas, para la economía nacional pero con fama de tener su calidad subida a la cabeza y ejercerla de manera indisciplinada.
La selección nacional, la famosa “canarinha”, que durante bastante tiempo derrochaba y contagiaba alegría por los estadios del resto del mundo, acabó convirtiéndose de repente en una exhibición de poder y fuerza que arrasaba cuando la rodeaba y empequeñecía cuando se movía en su proximidad. Este año el Campeonato Mundial se disputaba en sus principales ciudades y la selección brasileña, aparecía una vez más entre las favoritas con la doble razón de su supuesta calidad y el apoyo de la afición que iba a respaldarla.
Pero no lo consiguió, pasó con dificultades la primera prueba y acabó haciendo el ridículo en las semifinales. Son cosas que suelen pasar en el deporte en general y en el fútbol en particular, ahí está uno de sus valores competitivos. Pero tratándose de la selección brasileña y en Brasil el hecho cobró especial relieve y, hay que añadirlo, a muchos en esta ocasión las derrotas les alegraron. No porque sientan enemistad hacia Brasil, un país bellísimo, amable, de gente simpática pero… sumida en el pecado de la prepotencia que tanto exhiben sus futbolistas.
Las derrotas sucesivas que infligieron a su selección las de Alemania y Holanda, de entrada con menos razones para ganarse la simpatía de los aficionados del resto del mundo, fueron saludadas en muchos lugares con satisfacción. La prepotencia nunca es buena ni suele ofrecer razones para ser justa. Que a los jugadores brasileños les hayan bajado los humos, será bueno para ellos y al final para su imagen, que así quizás vuelva a ser humanizada.