Los colectivos más conservadores del PP madrileño, que aún se cobijan bajo el ala de Esperanza Aguirre se sienten decepcionados con la consejera de Educación Lucía Figar a la que empiezan a considerar demasiado blanda.
El último motivo del desencuentro es la decisión de Figar de poner límites a la concesión de las Becas para la Excelencia que ya no tendrían aseguradas directamente el dinero cuando su nota de un curso supere el 9,25.
Los críticos de la consejera, que hasta hace muy poco ‘sonaba’ incluso como aspirante a suceder a Esperanza en el PP madrileño, creen que Figar ha cambiado de chaqueta. Que se ha ‘reblandecido’ lo mismo que Rajoy y que guarda el dinero que tendría que darle a los buenos estudiantes para premiar a algunos vagos que no son capaces ni siquiera de aprobar.
Lo curioso es que algunos de los miembros de esta conspiración, entre los que destacan varios columnistas cercanos al entorno ultracatólico, utilizan ahora como argumento de crítica contra Figar el hecho de que ‘llegara a la cúpula del PP madrileño casi sin experiencia y sólo por el aval de Aznar”.
Antes de este curioso giro de los acontecimientos la identidad del ‘padrino’ de la consejera era considerada en estos mismos ambientes como un aval que permitía augurarle un brillante futuro y una cercanía ‘inquebrantable’ a los principios del partido.