La dirección de Sniace por fin ha puesto las cartas sobre la mesa. Una semana después de haber conseguido varias concesiones de parte del Gobierno de Cantabria para salvar su actividad, la cotizada ha decidido dar una nueva vuelta de tuerca a su plan de despidos y los inversores lo han celebrado con alzas del 8,5% para el valor, que vuelve a pujar con fuerza por la cota de los 0,30 euros por título.
La nueva hoja de ruta de Sniace pasa por enterrar el expediente de regulación de empleo (ERE) por el que pretendía despedir a 364 de sus empleados para apostar ahora por un plan de suspensión de todos los contratos de matriz y filiales por dos meses. Un tiempo en el que la dirección de la cotizada espera poder negociar los cambios estructurales necesarios para “garantizar la viabilidad futura” de la compañía.
Sin embargo, la compañía que preside Blas Mezquita no ceja en su empeño de recortar plantilla, algo que representantes sindicales estiman innecesario tras las concesiones del Ejecutivo cántabro. Ya en el comunicado en el que se explicaba el nuevo horizonte abierto en Sniace se explicaba que entre las medidas que ahora contempla la dirección siguen estando los “recortes salariales y de plantilla”.
A favor de los especuladores que desde hace semanas pasado calientan su gráfica, juegan, además de los rumores en torno a la negociación que ahora se abre, los gestos de buena voluntad del Gobierno de Cantabria, región en la que por salvar el negocio de la cotizada. En concreto, el equipo que preside Ignacio Diego se ha comprometido a incluir de una de las dos turbinas de la fábrica de viscosa del grupo en el régimen especial de generación de energía y a modificar la tasa de saneamiento como consecuencia de la entrada en funcionamiento de la segunda fase de la depuradora de una de las fábricas de la compañía.
Mientras que la compañía no pierda de vista en Bolsa los 0,21 euros por acción y su cúpula directiva no lance ningún mensaje radicalmente contrario a la mejora de negocio con la que el mercado especula, el potencial a corto plazo es uno de los más elevados del parqué madrileño hoy por hoy. Sin embargo, los expertos recuerdan el riesgo de entrar en un valor que con demasiada frecuencia sufre el denominado ‘efecto yoyó’: vertiginosos rebotes al alza seguido de rápidos y verticales recortes de precio -o al revés- de una sesión para otra o incluso a lo largo de una misma jornada.