Mi jefe, muy a su pesar, ha coincidido recientemente con la difunta Margaret Thatcher. En una opinión, quiero decir. En concreto, comparten el mismo punto de vista a la hora de hablar del peligro que Alemania supone para Europa.
En línea con este tipo de paradoja le hemos preguntado que qué opina de Rosa Díez, otra persona que no le cae en gracia, cuando esta afirma que el PP ha dado un «golpe» a la democracia y que tiene que «rescatar» el Congreso.
Mi jefe opina que Rosa Díez hace lo que tiene que hacer: intentar conectar con una calle harta de chorizos, corruptelas y listillos. Y el partido de Díez, en apariencia, no tiene ni lo uno, ni lo otro ni, en principio, lo otro. Y por eso tira para delante donde los otros partidos caminan con prudencia. Además, su posicionamiento en los sondeos parece invitarla a ello.
En cualquier caso el tipo, que es un veterano, dice que ojo. Que ojito, mucho ojito, con Rosa Díez, pues es de todo menos una Vírgen de Lourdes. Y que él sabe lo que dice, porque la conoce.
