En estos días, los sempiternos conspiradores diletantes, que aprovechan las sobremesas de los restaurantes de lujo para comentar la actualidad con cierto doble sentido andan muy preocupados por la ‘pugna intelectual’ que se ha producido estos días entre Esperanza Aguirre y Alberto Recarte, quien fuera presidente de Libertad Digital.
El ahora consejero de la empresa de medios ligada a Federico Jiménez Losantos defiende que no hay espacio para bajar impuestos, como Montoro, mientras que la lideresa, desde las páginas de ABC, le afea su conducta y contradice su análisis, situándose entre los múltiples defensores que, en las filas conservadoras, le han salido últimamente a Leffer y su ‘curva’.
Pero en esta sana discrepancia entre liberales hay quien quiere ver, sin aportar prueba alguna, la punta de un iceberg bajo cuya línea de flotación se situarían discrepancias más graves entre los protagonistas de la polémica intelectual u hasta señalan la crisis de Caja Madrid, y el reciente episodio del encarcelamiento de Miguel Blesa, como uno de los detonantes de esta polémica.
Dicen que si Recarte se sentaba en aquel consejo quizá fuera por recomendación de la lideresa y hasta afilan sus lenguas viperinas, casi siempre mal informadas, para contarle a quién quiere oírles que Aguirre era una gran ‘financiadora’ de Libertad Digital. Grupo que habría conseguido también buenos créditos de la entidad financiera, lo mismo que las empresas particulares del consejero.
Y ahora que ‘pintan bastos’ estos ‘viejos amigos’ se estarían distanciando. No sólo entre sí. También de todo aquello que tenga que ver con la caja madrileña, antaño cortejada por los mismos que ahora parecen querer decir que nunca estuvieron allí.