El horizonte se llena de “Máster Chef” y se complica con una cantidad enorme de aspirantes a pinches. Antes eran pocos y conocidos los que se dedicaban a la alteración del precio de las cosas pero hoy atascan los ascensores de la Audiencia Nacional en las que todo es un ir y venir de presuntos pagadores con sus excusas de comisionistas. Hablamos de economía, claro, aunque bien mezclada con brotes verdes de esos que solo aparecen en los mejores fogones.
A Miguel Blesa le pones un gorro blanco en la cabeza y gana varias estrellas Michelín, según parece gracias a sus trucos de cocina consiguió que Díaz Ferrán recibiera unos eurillos a cuenta de Bankia sin que se enterase nadie. En realidad tampoco pasaba nada si se enteraba alguien porque entre el consejo de administración de Blesa y los ensayos de los delfines cantores de agua dulce hay escasas diferencias. Nadie veía nada, nadie firmaba nada que antes hubiera leído, cada uno era responsable pero no ante los accionistas sino ante los señoritos que los habían nombrado para el chollo.
Pero el banquero amigo de Aznar no estuvo solo, compartía fogón y mantel con empresarios amigos que hacían unas donaciones estupendas a cambio de que el Dios de Génova le recompensara sus preces. Hubo un tiempo no tan lejano en que las cocinas eran un hervidero de comisionistas con amigos en sede oficial, ahí creció Bárcenas y tan lustroso se le ve después de esos años de oPPulencia. Díaz Ferrán hasta llegó a hacerse con una línea aérea porque esos humos no iban a quedarse en tierra.
Villar Mir tuvo esta semana un arranque de sinceridad en la Audiencia Nacional al decir que él no era del PP, ni del PSOE. Normal, el buen comisionista siempre es del que gana, ¡para qué vamos a perder el tiempo! Lo extraño es que Villar Mir y sus compinches, (por lo de pinche de cocina se entiende), fueran donantes de alimentos a la Fundación Madre Teresa. Y lo extraño para ellos es que se les ha caído el chiringuito antes de tiempo, sin darse cuenta de que los tiempos cambian, esta es la parte que tienen peor asumida y a la que les cuesta enfrentarse. Quizá la ira de algunos de ellos haya motivado el enfado de Aznar con Rajoy y, sobre todo, con Cospedal a la que acusan de lavarse las manos ante el pastelón.
La excesiva oferta de cocineros como Blesa, y no sólo él, abarata el esquema de nuestra economía porque nos sitúa a un nivel extra europeo. Ahora a ver lo que tardamos en hacer la digestión de unos platos infumables que nos han llevado a esta crisis que va a repuntar por culpa del IVA que se sube a la cabeza como algunos platos salados en exceso. Por estómago no será porque lo aguantamos todo, hasta que nadie pida a Blesa que devuelva las estrellas Michelín que ganó en su calidad de compañero de pupitre.