Los cargos medios del PP, los diputados rasos, los alcaldes y algún que otro notable militante, empiezan a estar hartos de la situación. Y, los analistas de salón vaticinan una tormenta para finales de año que puede romper el partido.
Las hostilidades, dicen, comenzarán por navidades. Cuando empiece a ser necesario estar bien colocado para situarse en las listas. Y la batalla va a ser dura, porque con una expectativa de voto de poco más del 20%, los sitios ‘seguros’ van a escasear.
De la guerra que vendrá, pueden surgir varias formaciones políticas. O ninguna. Pero casi todos los comensales alucinados que cuentan la historia en las largas sobremesas madrileñas dan por hecho una cosa. Rajoy no volverá a ser el principal candidato de un PP como el de ahora.