Algunos bonos de deuda emitidos por General de Alquiler de Maquinaría (GAM) hoy valen menos que ayer. Sus titulares finalmente han cedido este miércoles a la solicitud de la empresa por hacer que sus papeles venciesen más tarde y con unas condiciones de cobro no tan favorables como las prometidas inicialmente. Una ‘devaluación’ para la que la cotizada ha tenido que aguardar a la segunda ronda de votaciones.
La primera asamblea de bonistas estaba prevista para el pasado 20 de febrero. Sin embargo, la cita no consiguió la asistencia necesaria y ni tan siquiera se remitió notificación alguna al respecto a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Ni siquiera el hecho de GAM pagase una prima del 0,1% sobre el nominal de los bonos de aquellos inversores que asistiesen a la reunión fue suficiente para atraer a los bonistas y solucionar lo antes posible este nuevo mal trago de su abultada deuda.
Este miércoles ha llegado la segunda y definitiva convocatoria, en la que era necesaria la presencia de tenedores de al menos dos tercios del nominal emitido en 2007. Además, GAM ha conseguido el respaldo de la mayoría de los presentes para su plan. Algunos gestores de carteras comentan que los bonistas parecen haberse inclinado por cobrar ‘tarde y mal’ en lugar de tener prisa y perder todo. Y es que, algunos analistas consideraban que de la ‘devaluación’ de estos papeles dependía en buena medida la mismísima continuidad de la compañía.
La prórroga por un año más a la vida de unos bonos convertibles por 125 millones de euros emitidos en 2007, que ya el año pasado fueron extendidos por cuatro años, era una de las condiciones necesarias para que GAM pudiese renegociar sus deudas bancarias. Algo que de no haberse producido, y dada la atonía del sector de la construcción en que la cotizada tiene su base de negocio, hubiera puesto en serios apuros sus ya delicadas finanzas.
Si la fecha de vencimiento inicial de estos papeles era agosto de 2012, ahora se extiende hasta el 28 de febrero de 2017. Pero éste no ha sido el único sacrificio que han asumido los bonistas con tal de intentar asegurar la recuperación de sus inversiones. Aunque el año pasado, la empresa asturiana premió su condescendencia elevando los intereses de sus bonos del 2,75% al 5%, ahora han tenido que asumir que éstos, devengables semestralmente como hasta ahora, ya no sean pagaderos hasta la fecha de vencimiento final. Y, eso también, siempre después de cualquier otro compromiso con acreedores de la compañía, ya que se han registrado ahora como “instrumento participativo de deuda”.
Con este cambio, además de beneficiar a la compañía porque los bonos pasan a contar en su balance como capital y no como pasivo, los deja “subordinados al resto de los acreedores ordinarios y privilegiados de la sociedad” en caso de insolvencia. Solo los accionistas quedan ya por detrás de ellos a la hora de recuperar su inversión en la volátil compañía.
En definitiva, el cambio busca ayudar a que la compañía mejore su liquidez e impulse su negocio, apoyado sobre todo en una prometida expansión internacional que no llega. Después, en 2017, llegará el definitivo canje comprometido en 33,45 euros por acción. Una difícil hazaña, pues este mismo miércoles el máximo intradía alcanzado por la asturiana de maquinaria era de 0,39 euros por título.