A medida que crecen la afición y la familiarización con los habanos van cobrando razón de ser una serie de útiles cuya necesidad resulta incomprensible para el profano. Hablamos del humidificador, el cortador, la purera y el encendedor.
El humidificador
Los cigarros requieren unas condiciones específicas de humedad y temperatura para su adecuada conservación: entre 16º y 18º centígrados y una humedad relativa de entre el 65% y el 70%.
Los ambientes secos deshidratan al tabaco y lo vuelven quebradizo, con lo que la capa puede resquebrajarse. Además fumar un cigarro seco puede convertir lo que es un placer en condiciones normales, en un auténtico martirio.
Algunos edificios (estancos, tiendas especializadas) cuentan con una cava natural que cumple las condiciones de humedad y temperatura. Las más de las veces hemos de equipar el recinto con acondicionadores para conseguir las condiciones deseadas, como es el caso de los establecimientos especializados y el de algunos aficionados que se ven en la necesidad de conservar cantidades importantes de habanos.
Para aquellos que deseamos conservar bien nuestros cigarros, y no tenemos en nuestros planes la construcción de una cava, existe una solución económica y válida. Bastara contar con un mueble de madera, algo de burlete para mejorar la hermeticidad de las puertas y uno o varios recipientes con una esponja húmeda en cada uno. Un higrómetro nos orientará sobre el nivel de humedad. La temperatura no será fácil de controlar, pero ayudara la ubicación del mueble en una zona fresca. La parte del mueble reservada al humidificador solo contendrá cigarros, con sus cajas entreabiertas para facilitar el intercambio de aire.
Una solución mas satisfactoria es disponer de un humidificador (hay quien le llama humidor, pero nos parece un anglicismo prescindible). El humidificador no es más que una caja de madera noble, revestida en su interior con madera de cedro, lo mas hermética posible, provista de un artilugio que aporta humedad y de un higrómetro que la mide. Su tamaño, la riqueza ornamental y la sofisticación varían enormemente. Su precio también. El control de la temperatura seguirá siendo difícil y siempre nos ayudará la colocación del humidificador en un lugar fresco.
Las pureras o petacas
La purera es el complemento necesario para transportar un reducido número de cigarros, de dos a cinco, durante cualquier salida en la que queramos disponer de cigarros de nuestra elección para fumar u obsequiar.
A nuestro regreso deberemos retornar los cigarros no fumados al humidificador para garantizarles la humedad adecuada.
Conviene que los habanos no queden excesivamente holgados dentro de la purera, ni en diámetro ni en longitud, por lo que son más versátiles los modelos telescópicos, es decir ajustables en longitud. Son muy variadas las pureras o petacas disponibles tanto en los materiales como en los tamaños. Su precio también varía notablemente.
La elección del material es muy personal, aunque nuestra recomendación se inclina por las pureras de cuero, preferentemente duro que, junto a su elegancia, ayudan mejor a preservar la integridad de nuestros habanos.
Además, la purera también debe cumplir la misión de conservar la humedad de los cigarros. Cuando estamos en ambientes secos, las pureras de cuero tienden a absorber rápidamente la humedad de nuestro cigarro. Esto es un inconveniente que podemos evitar cargando en la petaca un tubo de humidificación, disponibles en establecimientos especializados. Son tubos de aluminio similares a los que traen algunos habanos, pero de menos diámetro y cargados con un cartucho de esponja que podemos humedecer. La humedad pasa a la petaca a través de los orificios que tiene el tubo a lo largo de su pared.
También puede usted construirse un tubo de humidificación a partir de un tubo de ensayo. Utilice uno con diámetro y longitud menores que los de sus cigarros. Recorte una pieza de esponja e introdúzcala en el tubo. La esponja deberá quedar fija en el interior del tubo de ensayo. Un poco de agua y ya tiene su tubo de humidificación para completar su petaca si el ambiente lo requiere.
Los cortapuros
Son el complemento más importante en la preparación de la fumada. El cigarro, una vez cortado, es como una chimenea y el corte que hacemos puede favorecer o dificultar el tiro y afectar a la combustión durante la fumada. Un corte limpio deja abierta la chimenea para que el humo fluya de forma suave y natural. El corte en cuña solo abre parte de ese conducto, con lo que obliga a un mayor esfuerzo en la succión y fuerza al humo a pasar por un área reducida. Si el corte se limita a un orificio hecho con una lanceta o punzón nos ponemos las cosas aún más cuesta arriba: una concentración de elementos sólidos del humo será pronto visible en torno al orificio, el tiro se complica y la combustión empeora. Además, nos exponemos a una desagradable experiencia si nuestros labios o lengua tocan esos sedimentos. En cualquier caso, es un tema de gusto personal.
Hay aficionados conocedores de la anatomía de su cigarro que con la uña retiran la tapa de la perilla. Esto puede ser suficiente en algunos habanos de calibre medio y grueso.
Para mas seguridad conviene observar cómo esta elaborada la perilla del habano. Por lo general, al llegar a la perilla la capa se reduce a una estrecha banda espiral de seguridad sobre la que se pega la tapa circular.
Nuestra recomendación es aplicar el corte con una guillotina de doble hoja por debajo de la tapa y lo más próximo a ella que nos convenga, de modo que la sección de la tripa quede abierta y la banda de seguridad permanezca sujetando la capa durante nuestra fumada.
Los encendedores
Con el encendido comenzamos a fumar. La cuestión es con qué encender nuestro habano. La facilidad del tabaco para absorber olores extraños nos lleva a seleccionar varillas de cedro, cerillas de madera especiales para cigarros (más grandes) o encendedores de gas. Necesitamos una llama buena y limpia de olores prejudiciales para el habano.
Las cerillas de madera enlazan muy bien con el ritual pausado que supone preparar y fumar un habano. Precisamente por su tamaño, algunos habanos de gran calibre pueden requerir una segunda cerilla. Téngala preparada. Con cerillas de madera normales lo habitual es, salvo en los formatos pequeños, necesitar mas de una.