Prisa ‘manda’ en la industria del espectáculo

Cuentos que cuentan

Prisa ‘manda’ en la industria del espectáculo

Por lo visto, Prisa se lo está llevando crudo. Lo cuentan los que saben, o los que se inventan las historias para no dormir con las que se asusta a cualquiera que tenga intención de participar en la restringida fiesta del negocio audiovisual español y se resume fácil: esto es un puchero del que comen cuatro y en el que nada de lo que pasa es fruto de la casualidad.

No es nuevo. Ni necesariamente reprobable. Desde siempre, las historias que acontecen en las trastiendas de las fábricas de sueños que componen en el entramado de la industria del espectáculo han sido el escenario de multitud de historias poco edificantes.

Pero los propietarios de las lenguas más viperinas del ambiente, de común creativos y con capacidad para manufacturar ficciones, dicen que se va a llegar a un punto de no retorno pronto, por aquello que contaba el refrán de que la avaricia rompe el saco.

Admiten que lo que pasa ahora ha pasado siempre. Con una salvedad, sin embargo, según ellos, la tendencia al monopolio de un determinado sector alcanza mayores proporciones que nunca y, a la par que se empequeñece el negocio a repartir, mejor se aprecia el enroque de algunos poderosos conseguidores y sus testaferros habituales.

La increíble historia de esta conspiración que tendría como eje a RLM, la agencia de management de Prisa, y como cerebros a tipos tan inteligentes, según la reputación de la que gozan, como Miguel Bosé, pasa por un asalto al ‘prime time’ de las televisiones con un doble objetivo: hacer negocio y poner un tapón a la competencia. Y el éxito de La Voz sería la prueba. Eso cuentan, pero sin aportar prueba y, evidentemente, no hay quién se lo crea. ¿O sí?

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