La rivalidad entre los dos ministros económicos del Gobierno español, Luis de Guindos y Cristóbal Montoro, ha producido ya varios capítulos emocionantes, a pesar de que, en apariencia, sus atribuciones y cometidos sean muy diferentes y compatibles. El problema recurrente, sin embargo, es que a Guindos le suele tocar dar la cara ante los socios europeos con los números que le elabora Montoro y las cuentas cuadran muy pocas veces.
El último episodio de este inagotable culebrón acaba de producirse en Tokio, en la reunión del Fondo Monetario Internacional (FMI), cuyos expertos han contribuido a convertir en agua pasada los flamantes Presupuestos Generales del Estado, presentados por el Gobierno que ya están desfasados sin haber iniciado siquiera su trámite parlamentario.
Así que Guindos que primero defendió las increíbles cuentas en unos cuantos foros europeos se encontró forzado en Japón a admitir que ‘si la recesión se agrava’ quizá haya que volver a revisar los objetivos de déficit. Eso sí, siempre con el consenso y el apoyo de ‘nuestros socios europeos’.
Y mientras esos incidentes minan la credibilidad española en los foros internacionales y convierten cada vez más al Gobierno alemán, en el verdadero Gobierno español, en los rumores que corren en la Villa y Corte con respecto a una remodelación del Ejecutivo se da por sentado que ni Guindos ni Montoro va a seguir siendo ministros a medio plazo. Claro que también insisten, cada vez con más fuerza, en situar a Rajoy fuera de La Moncloa.
