La ecuación estaba clara: para seguir dentro del euro y contar con las ayudas de sus socios, Grecia tiene que cumplir un estricto calendario de recortes. Las elecciones de este domingo han demostrado que el 68% de los votantes griegos rechazan esta agenda.
Salvo que existan sorpresas de última hora, los únicos partidos que apoyan las normas de Bruselas y otros prestamistas institucionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE) son los tradicionales: los socialistas del PASOK y los conservadores de Nueva Democracia. Entre las dos formaciones han obtenido un 32% de los votos, muy lejos de la mayoría absoluta.
Uniendo sus fuerzas, Nueva Democracia y el PASOK sólo obtienen 149 diputados de un Parlamento con 300 escaños. Y con esos 149 diputados corren el riesgo absoluto de que la oposición (integrada por partidos tanto de extrema derecha como de extrema izquierda) invalide los pactos alcanzados hasta ahora con sus socios europeos y las instituciones arriba mencionadas.
La fuera más votada del país ha sido Nueva Democracia, con un 18,8% de los votos. Eso le da derecho a su líder, Antonis Samaras, a iniciar una ronda de contactos con el resto de formaciones políticas para tratar de formar un Gobierno de coalición.
Por su parte, el líder del PASOK, Evangelos Venizelos, trató de convencer tras conocer los primeros resultados de los comicios a la coalición de izquierda Sirias, que ha obtenido 52 diputados, para que se unieran a un Gobierno de unidad nacional. Pero el líder de Sirias ya dejó claro que de ninguna manera iban a formar parte de un Ejecutivo estar al servicio de intereses particulares, en alusión a los acreedores internacionales de Grecia.
Los socialistas del PASOK han registrado una derrota histórica al obtener el 13,19% de los votos y 41 parlamentarios. La formación de Venizelos ha sido la tercera más votada, por detrás de Sirias.