Hoy como es lunes apetece echar una mirada a los diarios empezado desde atrás, por las páginas de “gente”, y en esa sección, concretamente en el periódico La Razón no he podido evitar detenerme en el artículo que Jesús Mariñas titula “Injusto ‘Premio Limón’ para Ana Botella.
Y leo que el famoso comentarista no “entiende por qué la recién nombrada alcaldesa de Madrid ha sido la elegida este año para recibir el premio que distingue los malos comportamientos y actitudes de diferentes personalidades con la Prensa” lo que el considera forma parte de “decisiones inexplicables a no ser que respondan a triquiñuelas políticas”.
Y es que dice Mariñas que “la señora de Aznar siempre se ha distinguido, incluso como presidenta consorte, por su afabilidad permanente y una sonrisa constante”. Hasta ahí nada de objetar, aunque los ojos se me salen de las órbitas cuando a continuación el periodista del ‘cuore’ dice: “Nunca habla de más y eso es elogiable”. Y es que una cosa es mantener que Ana Botella no es antipática con los medios -que puede no serlo, lo desconozco- y otra asegurar que la ahora regidora es comedida en sus declaraciones, cuando es vox populi que su mala fama le viene por sus frases y que ya existen hasta antologías de sus ‘perlas’ dialécticas. Como cuando dijo que los mendigos eran una dificultad añadida a la limpieza de las calles o la ya celebérrima afirmación de que no se pueden sumar peras y manzanas, en referencia a la homosexualidad.
Dejamos a Ana Botella tranquila para leer lo que escribe El País sobre el treinta cumpleaños de Kate Middleton. Publica el de Prisa que todos están encantados: los ciudadanos británicos, los medios de comunicación y la reina Isabel con la elección de esposa que hizo el Príncipe Guillerno. Y se me ocurre que es justo lo contrario a lo que está ocurriendo con el yerno del Rey.