Informe devastador de Credit Suisse sobre los grandes bancos europeos

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Informe devastador de Credit Suisse sobre los grandes bancos europeos

La entidad suiza Credit Suisse ha elaborado un informe en el que cifra en 386.000 millones de euros el valor nominal de los activos tóxicos hipotecarios adquiridos por dieciséis grandes bancos europeos antes del estallido de la crisis financiera, y que aún están en sus carteras. El más afectado de todos es el Royal Bank of Scotland (RBS), que mantiene activos ‘subprime’ valorados en 79.600 millones de euros, una cifra que contrasta con los 10.400 millones de euros que tiene expuestos a las deudas europeas que encierran un mayor riesgo a día de hoy.

Por detrás se encuentra otro gran banco británico, el HSBC, con ‘sólo’ 54.300 millones de euros en esta dirección, otra cifra que sigue contrastando con los 14.600 millones de euros implicados en los bonos soberanos de Grecia, Italia, España, Portugal e Irlanda que tiene este grupo financiero. Después aparece en la lista el principal banco alemán por activos, Deutsche Bank, con una exposición de 51.900 millones de euros (en comparación a los 12.800 millones de euros en deuda soberana de los países periféricos).

En cuarto lugar figura ING con 36.000 millones de euros (11.200 millones en bonos soberanos) seguido de Crédit Agricole, con 28.200 millones de euros (por 16.700 millones en deuda) y Société Générale, que tendría según el banco suizo 27.500 millones de euros en activos inmobiliarios tóxicos (frente a los 18.300 millones de euros en bonos periféricos). Otros bancos de la lista son el alemán Commerzbank, el también británico Barclays, los franceses BNP Paribas y Natixis y el italiano Unicredit. Todos ellos, salvo BNP Paribas y Unicredit, tienen más dinero en activos hipotecarios tóxicos que en deuda soberana periférica.

En su conjunto, la cantidad de 386.000 millones de euros es una cifra bastante más abultada que los 339.000 millones de euros de deuda gubernamental griega, irlandesa, portuguesa y española que esos mismos dieciséis grandes bancos europeos tenían en sus libros a finales de 2010, según la información suministrada por la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés).

De hecho, uno de los aspectos más curiosos del informe es que estos datos salen de -entre otras fuentes- los archivos de la EBA. El regulador bancario del Viejo Continente aseguró hace unas semanas que las entidades con mayor necesidad de capital eran las griegas, primero, y las españolas, después. Unas estimaciones que fueron despreciadas por un número nada desdeñable de analistas (españoles y extranjeros, como los del banco portugués Espirito Santo), por lo que la EBA se vio obligada a meditar sobre la realización de una tercera ronda de análisis al sector para evaluar por enésima vez la solidez real de determinadas entidades. Sobre todo francesas y alemanas.

Otra curiosidad es que el informe de Credit Suisse ha visto la luz apenas dos días después de que el G-20, que se reunió la semana pasada en Cannes, publicase una lista enumerando los 29 bancos cuyas dificultades o quiebra desordenada podrían causar importantes interrupciones en el sistema financiero y la actividad económica. En él aparecen las siguientes entidades: Bank of America, Bank of China, Bank of New York Mellon, Banque Populaire CdE, Barclays, BNP Paribas, Citigroup, Commerzbank, Credit Suisse, Deutsche Bank, Dexia, Goldman Sachs, Group Crédit Agricole, HSBC, ING Bank, JP Morgan Chase, Lloyds Banking Group, Mitsubishi UFJ FG, Mizuho FG, Morgan Stanley, Nordea, RBS, Banco Santander, Société Générale, State Street, Sumitomo Mitsui FG, UBS, UniCredit Group y Wells Fargo. Precisamente por haber sido considerados bancos sistémicos se les obligará a tener mayores requisitos de capital que otras instituciones financieras.

Así que una de las principales lecturas que se pueden hacer del estudio de Credit Suisse es que cuatro años después de que instrumentos como las obligaciones de deuda garantizada (CDO, por sus siglas en inglés) y los préstamos apalancados se convirtieran en activos tóxicos debido a las pérdidas masivas en que incurrieron quienes los poseían, los bancos europeos aún tienen una cantidad de dinero preocupante invertida en dichos activos. Todo a ello a pesar de que estos productos fueron los principales responsables de situar al filo de la quiebra al sistema bancario estadounidense entre los años 2008 y 2009 tras llevarse por delante al banco de inversión Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008.

Sin embargo, desde el medio especializado The Wall Street Journal se asegura que los activos en cuestión pueden no resultar tan dañinos como, en principio, aparentan. Por ejemplo, si los mercados de bienes raíces se mantienen estables o se fortalecen, los instrumentos que están compuestos de créditos hipotecarios podrían ganar valor y generar una fuente estable de pagos en efectivo para los tenedores de dichos créditos.

Credit Suisse ha elaborado este informe poco después de la circulación de una ordenanza interna que recomendaba a los departamentos que operan con activos de alto riesgo tener «prudencia», según desveló EL BOLETÍN el pasado 14 de octubre. Unos días antes la agencia Dow Jones informaba de que varios hedge funds no habían podido cerrar operaciones relacionadas con productos derivados en las oficinas de esta entidad. Los portavoces de Credit Suisse declinaron, no obstante, hacer ningún comentario al respecto.

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