Para quienes como yo hoy tengan la moral un poco baja por no encontrarse de ‘puente’ ahí les va una tierna historia que espero les haga esbozar una sonrisa como me ha pasado a mi. No es una historia de amor humano, qué va, es mucho mejor: es una historia de amor perruno, que tiene mucho más mérito porque se supone que los animales, por lo menos eso pensamos nosotros, son seres menos avanzados que las personas.
Es la historia de Maddison, una hembra gran danés que actúa de ‘lazarillo’ de Lily otra perrilla invidente de la misma raza. Resulta que, según cuentan los medios de comunicación británicos, Lily que ahora tiene seis años, perdió su visión cuando era apenas cachorro por una extraña enfermedad que hizo que las pestañas le crecieran dentro de la cuenca de los ojos, lo que obligó a los veterinarios a extraérselos por completo. Esa pérdida completa de la vista provocó que sus posibilidades de llevar a cabo una vida relativamente similar a la del resto de perros fuera muy reducidas, tanto que se barajó la posibilidad de sacrificarla.
Pero antes de tomar tan drástica decisión a alguien se le ocurrió hacer un “experimento”: convertir a su compañera Maddison en una perra guía. La prueba resultó ser un éxito y durante años, Maddison ha guiado a Lily, unidas ambas por una correa, hasta el punto de que se han convertido en inseparables. Ahora, su peculiar forma de vida ha salido a la luz debido a sus dueños ya no pueden ocuparse de ellas y las han entregado a una protectora en Shrewsbury, ciudad del condado Shropshire, en Reino Unido. Desde entonces, las dos perras buscan un hogar, aunque con estos maravillosos antecedentes puede que ya lo hayan encontrado. Seguro.
