La quinta huelga general convocada en 2011 ha paralizado este miércoles Grecia. Ni siquiera el aeropuerto internacional de Atenas, Eleftherios Venizelos, funciona. Tampoco los puertos -los servicios de ferry son de vital importancia en un país que cuenta con más de un centenar de islas habitadas de forma pemanente- ni otro tipo de medios de transporte interno funcionan. Los sindicatos quieren demostrarle al Gobierno de Yorgos Papandreu su enfado por los nuevos recortes anunciados en las últimas semanas.
La ciudadanía griega está harta y eso se ha vuelto a demostrar a pie de calle. Además de los transportes, también se encuentran hoy cerradas las oficinas turísticas, los ministerios y los colegios. Los hospitales funcionan con servicios mínimos. Y se esperan incidentes en las grandes ciudades durante las manifestaciones que han convocado hoy las asociaciones de trabajadores del país.
Las protestas se centran en las últimas concesiones que ha realizado el ejecutivo socialista a la troika (el grupo prestamista de Grecia, compuesto por Bruselas, el BCE y el FMI). Entre ellas destaca el despido de 30.000 funcionarios y el impuesto anual sobre el salario (un 1% del total). Pero a estos dos recortes hay que sumarle otras tasas anunciadas anteriormente así como una subida sustancial del IVA (del 13% al 23% en el caso de algunos productos). En una taberna griega hoy un café cuesta de media 4,5 euros.
La troika ha exigido estas reformas como condición antes de aprobar el envío de los 8.000 millones de euros que Atenas necesita para afrontar el pago de salarios y pensiones del mes de octubre. Esta cantidad está enmarcada en el sexto tramo del primer rescate heleno, aprobado en mayo de 2010. Sin embargo, los líderes europeos y el FMI han dicho que debatirán su entrega el próximo 13 de octubre, cuando probablemente exijan a Papandreu más nuevas reformas.
