Lo dijo mi jefe, como de pasada, y a mi me pareció que no podía haber dicho algo como eso. Exageraba, desde luego, pero… Decía, muy en broma, que a alguno se le iba a ocurrir en los próximos días proponer que se legalizará el comercio de drogas, para ponerle un impuesto y recaudar ingentes cantidades sobre esa actividad económica.
Recaudar, recaudar se recaudaría, desde luego. Porque ahora, ese comercio existe, provoca violencia, se opone a estados constituidos, devasta, recluta, gasta, genera más del 80% de la bolsa del PIB ilegal que año tras año crea una parte de la riqueza del mundo en beneficio de unos cuántos mafiosillos. Pero pagar impuestos, pues no se pagan.
Y, ¿cómo va a consentirse eso? Con la necesidad de dinero que tienen los estados soberanos para pagarles la deuda y los interseses a sus acreedores. A esos pobres bancos alemanes, al borde de la quiebra. ¿Llegarán tan lejos? Mi jefe no apuesta por ello.
Sin embargo, al despedirse me dice que mire en Internet lo que pasó en la década de los treinta con el comercio ilegal de alcohol…En los tiempos de los Intocables, Al Capone y los garitos de buen jazz
