Los próximos jubilados se enfrentarán a un panorama devastador, según un informe del FMI publicado hoy. No sólo corren riesgos por las rebajas que se les han aplicado ya a las pensiones públicas. Más aún, las pensiones complementarias que se nutren con las aportaciones que realizan a las entidades privadas con quienes las contrataron tampoco están seguras en el contexto actual.
Según los expertos del FMI, la mayoría de los fondos de pensiones privados de los países desarrollados llevan varios años en números rojos antes el imparable descenso de la rentabilidad de las inversiones consideradas seguras, como el bund alemán o los bonos del Tesoro estadounidense. Sólo la crisis de la deuda que ha elevado los costes de financiación de algunos países solventes como Francia o España les ha proporcionado un respiro. Que terminaría si algunas economías del área euro como Grecia se declaran en quiebra.
El problema, además, no es sólo el oscuro panorama que puede esperarles a los futuros pensionistas. Hay más. La coyuntura hace que los gestores de estos fondos, que mueven ingentes cantidades de dinero, encuentren incentivos para invertir en activos de mayor riesgo. Lo que puede ser una monumental arma de doble filo y contribuye además a aumentar la ya creciente inestabilidad de los mercados financieros.
Para paliar esta situación, desde el FMI han hecho un llamamiento más a los Fondos Soberanos para que aseguren inversiones estables a largo plazo, como solían hacer los fondos de pensiones antes de la crisis y contribuyan a reducir la volatilidad y el nerviosismo que se han instalado en los mercados financieros globales.