Unos rumores han vuelto a hundir hoy la Bolsa de Francfort, que lleva un mes de agosto complicado. En concreto, lo que desde última hora de la tarde de ayer se cuchicheaba por las esquinas de los parqués es que la próxima gran rebaja de calificación que anuncien las agencias de rating afectará, de forma directa y descarada, a la todopoderosa Alemania, motor de la zona del euro y principal nación exportadora a escala global.
Mi jefe me ha explicado que estos rumores, que se producen fundamentalmente dentro del propio mercado y se muestran ajenos a ninguna clase de control (ni siquiera se investiga, en la mayoría de los que resultan ser finalmente falsos, su origen), surgen por algo. Que de una espinilla te diagnostican, para meter miedo y todo eso, que tienes un cáncer. Eso es cierto. Pero que la espinilla está ahí, a modo de excusa a la hora de justificar cualquier rumor, también es cierto.
En el caso de Alemania mi jefe me recuerda que la espinilla sobre la que se exagera y se especula no es una. Son varias: un sistema financiero con la peor salud del continente, un crecimiento económico que pierde fuelle y una Bolsa que hasta ahora -y en comparación a otras de la región- no había sido muy castigada. Todo ello supone un escenario perfecto para que, junto a la falta de transparencia que sigue imperando en los mercados, los especuladores decidan hacer un poco de caja antes de que comiencen a caer las primeras hojas de otoño.